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La fragilidad de Europa

Una Alemania frágil puede afectar la vida de todos los ciudadanos de una UE que parecía blindada antes del consumado Brexit y el violento domingo en Cataluña.

Por Maximiliano Monti*

Ningún divorcio es feliz. En el momento del adiós, cuando el domingo las partes rompían lanzas entre la violencia policial y el ímpetu independentista en Cataluña, la canciller alemana, Angela Merkel, ordenó a su ministro de Relaciones Exteriores, Sigmar Gabriel, llamar “urgente” al diálogo bajo la consigna “vital” de no perder el control. Agobiada por el auge neonazi en el interior de su país y por el dominó independentista en Europa, Merkel rechaza una verdad inquietante: la idea de una Unión Europea (UE) fracturada, el luto de una familia dividida.

En su propia casa, su moderado triunfo en las elecciones del 24 de septiembre la forzó a iniciar los trámites para formar coalición con neoliberales y ecologistas. Afuera de sus planes están el partido progresista Die Linke y el ultraconservador Alternativa Por Alemania (AFD, por su sigla en alemán), los más votados en la antigua Alemania soviética, donde Merkel construyó su carrera.

Que tanto la derecha como la izquierda lograran sus mejores resultados entre los votantes del este alemán “es mucho menos contradictorio de lo que parece”, le dice a La Voz el analista político holandés Job Janssen, especialista en movimientos políticos extremistas y coautor del libro Sobre el reto populista en Holanda y Alemania.

“Ambas partes son antiestablishment y se oponen a la globalización y la europeización. La diferencia es que Die Linke piensa que la globalización es el trabajo de las firmas internacionales que quieren aumentar sus ganancias, mientras que para la AFD la globalización es una amenaza a la identidad alemana”, agrega.

Lo que revelaron las imágenes de la Policía y la Guardia Civil españolas contra los votantes del referéndum en Cataluña no fueron la prueba de otro impulso nacionalista más –larga prensa tienen la abnegada Escocia en Reino Unido, el País Vasco en España, Flandes en Bélgica, Córcega en Francia, Groenlandia en Dinamarca y el triunfante Brexit en Gran Bretaña–. La violenta tarde del domingo en Barcelona demostró que, a la hora de actuar, los bien acostumbrados votantes europeos hablan en serio.

Sobre el telón de tantas divisiones, el propio presidente alemán Frank-Walter Steinmeier (cargo simbólico sin poder político) confirmó el martes, en su discurso por el Día de la Unidad Alemana, la evidencia de “nuevas divisiones” y “muros” en la sociedad. “La derecha fue la ganadora de las elecciones alemanas. Tanto la AFD, convirtiéndose en el tercer partido del país, como la victoria del Partido Democrático Libre (FDP, por su sigla en alemán) fueron notables. Ambas partes se opusieron a las políticas de Merkel y se muestran escépticas con respecto a la integración europea”, dice Janssen.

Infelices e insatisfechos

Una Alemania frágil puede afectar la vida de todos los ciudadanos de una UE que parecía blindada antes del consumado Brexit y el violento domingo en Cataluña.

Estos cimbronazos muestran que muchos europeos, como el 50 por ciento de los habitantes del pequeño pueblo alemán de Neißeaue que votó a la ultraderecha, están insatisfechos. Hay, sin duda, múltiples razones, en especial la ansiedad cultural por la inmigración islámica.

“Existe el riesgo de que cambie el discurso sobre los inmigrantes en Alemania, como hemos visto en Países Bajos o en Francia. En estos países el debate sobre la migración y la integración polarizó el panorama político. Los partidos de izquierda reflejan el lenguaje antiinmigrante expresando sus valores liberales y cosmopolitas. Los partidos de centroderecha podrían sentir la necesidad de aclarar su tono sobre la sociedad multicultural cuando se sientan amenazados electoralmente por los populistas”, describe Janssen.

“Esto ocurre desde la fundación de la AFD en 2013. La estricta ley de integración de Alemania implementada el año pasado y el acuerdo de Turquía (que obliga a enviar a toda persona que llegue ilegalmente a las islas griegas de vuelta a suelo turco) son efecto de la AFD en la agenda política”, concluye.

Las huellas de las elecciones alemanas pusieron su sello en toda la UE, sobre todo en los países más endeudados con los bancos germanos, España por ejemplo, cuyo margen de acción siempre depende de Berlín.

Ahora la elite política de Europa mira con cautela el avance de los movimientos nacionalistas que prometen prosperidad a cambio de independencia. Alexander Gauland, diputado alemán del ultraconservador AFD, ya prometió que “habrá una cacería contra Angela Merkel”.

*Especial desde Berlín


Sábado, 7 de octubre de 2017
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