Vie 19 de Abril de 2024
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El líder que emergió en tierra de caudillos: los secretos de Marcelo Gallardo

El ex director deportivo del club, Daniel Enríquez, y Mauricio Pereyra, ex compañero del Muñeco, cuentan los detalles de cómo se originó la figura de uno de los mejores entrenadores del momento
Al cumplir seis años como entrenador en River, donde ganó prácticamente todos los torneos que se le cruzaron en el camino e hizo historia al derrotar a Boca en la final de la Copa Libertadores 2018 en la cancha del Real Madrid.

El Muñeco armó una verdadera revolución e hizo aún más grande a la institución de Núñez. Agregó a las vitrinas del club tres Copa Argentina, una Supercopa Argentina (se impuso a su clásico rival en Mendoza), dos Copas Libertadores (en ambas eliminó al Xeneize), una Copa Sudamericana (también dejó en el camino a los de La Ribera), tres Recopas Sudamericanas y una Suruga Bank.

Sin embargo, para lograr este laureado presente, Napoleón libró sus primeras batallas como director técnico del otro lado del charco. La gestación de este gran estratega se produjo en Nacional, mientras disputaba sus últimos partidos como futbolista profesional. En la tierra de José Gervasio Artigas, él se convirtió en caudillo.


A la hora de hablar de la figura del oriundo de Merlo, todos coinciden en una sola palabra: liderazgo. Gracias a su personalidad, el entrenador logra tocar las fibras más íntimas de sus dirigidos y sacarles el mayor rédito posible dentro de la cancha.

“Fue una revolución la llegada de Marcelo a Nacional. Nosotros nos llevamos una grata sorpresa, porque descubrimos un Marcelo Gallardo muy cálido, muy profesional. Tuvo la mala suerte de que se lesiona el tendón rotuliano de la rodilla en el primer partido, una lesión que le llevó unos 6 meses de recuperación. Era como un gol en contra para nosotros”, comenzó su relato para Infobae Daniel Enríquez, ex gerente deportivo del Bolso y pieza clave para concretar el desembarco del argentino en 2010.

Lo que era la gran apuesta del mercado de pases parecía convertirse en una pesadilla. Incluso en la cabeza del enganche estuvo la idea de tirar la toalla y devolverle el sueldo a la institución. “Marcelo, en estos seis meses vos tenés que prepararte para la pretemporada que viene, porque tenemos que salir campeones. Tenés que ser un ejemplo para los más jóvenes, que vean que te estás recuperando, que vean el profesional que sos. Ahora tenés doble laburo”, fueron las palabras que recibió el enganche por parte de la dirigencia para no bajar los brazos. Y luego, recalcó: “Él no quería robarnos la plata”.

Tras una larga recuperación, el Muñeco volvió al verde césped para desplegar toda su magia y ser la pieza clave que necesitaba Juan Ramón Carrasco para enderezar un torneo que parecía que se le escapaba. “Íbamos perdiendo y Marcelo estaba por primera vez en el banco. En el segundo tiempo, a falta de 20 ó 25 minutos, entró y el estadio se vino a bajo. Fue emocionante. La primera pelota que agarró la clavó en el ángulo. Después metió una pelota en profundidad y ganamos con esa jugada. De ahí en adelante seguimos ganando y el equipo fue campeón. En el vestuario lo veo y me dice ‘me acuerdo de las palabras que me dijiste’, y me abraza como diciendo ‘ésta me la cantaste hace 9 meses’. Lo llevamos para eso, como ejemplo, como referente. Sabíamos que en una pata podía hacer la diferencia”, agregó Enríquez.




Uno de los jóvenes talentos de ese equipo era Mauricio Pereyra, quien luego pasó por Lanús y Krasnodar de Rusia y actualmente se desempeña en Orlando City de la MLS. El habilidoso mediocampista fue apañado rápidamente por el Muñeco. “Me enseñó muchísimo dentro de la cancha, tuve muchísimas charlas con él y te dabas cuenta de que era un entrenador jugando dentro de la cancha. Veía muy bien los espacios, leía muy bien el juego. Y tenía una personalidad bárbara”, rememoró en diálogo con Infobae.

Justamente este último ítem es el que más resaltan Enríquez y Pereyra a la hora de describir a Gallardo. Con su forma de ser temperamental y frontal, se ganó el respeto de un vestuario donde había varios “pesos pesados”.

Tras su inesperado retiro y la decisión de no renovarle el contrato a Carrasco, la dirigencia del Bolso se juntó para diagramar los pasos a seguir. “Estábamos reunidos y dijimos ‘Y si llamamos a Marcelo’. Él tenía liderazgo, que es lo que tiene que tener todo entrenador”, reconoció el ex director deportivo.

Aunque en la cabeza del argentino estaba la idea de parar un poco para estar más cerca de su familia y aprovechar el tiempo libre para viajar a Europa y capacitarse, Enríquez le hizo la propuesta: “Vos estuviste con nosotros, y sabés lo que te vengo a ofrecer. Vas a tener el 50 por ciento del torneo ganado. Para vos va a ser una buena experiencia, va a ser un buen entrenamiento para tu futura carrera. No todos los días se te va a presentar una oferta como la de Nacional. Sabés que tenemos una base, no tenés que rearmar el equipo”.

“Siempre tuvo una personalidad fuerte, y le gustaba jugar al fútbol. Era muy profesional y te exigía como compañero lo mismo a cambio. Eso es fundamental. Siempre se manejó con respeto. Lo que te tenía que decir te lo decía de frente, en la cara, y con respeto. Por lo que uno puede palpar en River, se maneja de la misma manera. Y eso al jugador le gusta muchísimo. Ante un error o una mala actitud él no tenía problema en ir y decirte que estabas haciendo las cosas mal. Pero siempre con respeto, sin tratar de pasar por encima de nadie. Era así su personalidad”, explicó el mediocampista, dejando en claro que la forma de ser del Muñeco es una de las claves de su éxito.

Enríquez se mostró en la misma línea: “El secreto de Gallardo es su profesionalidad, su convicción, su capacidad y su liderazgo. No es el 4-4-2. No sé cómo está jugando ahora. No es el trabajo en la cancha, tampoco. Él armó un gran cuerpo técnico, pero Marcelo tiene un liderazgo como pocos. Tiene un profesionalismo a la hora de trabajar que es envidiable. No es rioplatense, parece europeo por cómo lidera, lo serio que es. No se casa con nadie. Lo vas a ver abrazado a un jugador, pero si no lo tiene que poner más, no lo pone más”. Y añadió: “A Marcelo lo querían todos, porque era frontal con el que jugaba y con el que no. No me acuerdo a ningún jugador que me haya hablado mal de Marcelo. Hasta el que no puso nunca. Con otros, el que está en el banco está enojado; el que no concentra, re caliente, pero con Marcelo no. Es su mayor virtud. Marcelo es un capo”.

Aunque esta historia terminó con final feliz y todo el pueblo del Bolso aguarda por la vuelta en algún momento de Gallardo al banco de suplentes, lo cierto es que estuvo cerca de convertirse en una película de terror. Un inicio dubitativo, sumado a la presión mediática, pusieron al argentino al borde de la cornisa.

“Arrancó criticado por parte de la prensa, decían ‘como un ex jugador recién retirado iba a dirigir a sus ex compañeros’. Yo les decía que él era líder jugando, que es muy serio y todos lo respetan. Si bien no era el capitán, lo era para el equipo. Nosotros lo respaldamos. Había dirigentes que decían que no tenía experiencia. Hubo momentos difíciles. Yo era el responsable de bancarlo o no. Se me dio mucha potestad sobre bajarle o no el pulgar, y yo se lo subí a muerte porque lo vi trabajar, vi el respeto que le tenían los jugadores. Todos lo respetaban y me decían lo bien que trabajaba. Para mí, a la larga, eso termina en éxito”, expresó el directivo que supo ser campeón del mundo con Nacional en 1980 (venció por 1 a 0 al Nottingham Forest de Inglaterra en Tokio).

Los mensajes reprobatorios eran una constante en el teléfono de Enríquez al inicio de la era Gallardo, pero él nunca dudo. El equipo tenía que sacar 15 puntos de 15 para no perder el tren. “Cuando pasamos a Peñarol ahí me dijo ‘ahora somos campeones’”, contó.

Uno de los puntos de inflexión se dio en La Ciudad Deportiva Los Céspedes, el campo de entrenamiento de Nacional. “Cuando la cosa venía embromada había que hacer un golpe fuerte. Yo le dije ‘vos sos joven, pero yo tengo varias de estas. Hay que patear la puerta del fondo, y yo la voy a patear’. En ese momento él no me acompañó, se enojó conmigo. No me habló el lunes, el martes y el miércoles. No pasaba del ‘buen día’ el saludo. El profe (Marcelo Tulbovitz) me llamó para ir a la concentración a comer un asado, y en ese momento pensé que Marcelo se iba, pensaba en quién podría reemplazarlo. Cuando llego Marcelo, me dijo que quería hablar conmigo, y me llevó a otra parte para hablar a solas. Ahí pensé que me iba a pelear”, soltó entre risas.

“En ese momento me abraza y me dice ‘no sabés lo que te quiero Dani, vino bárbaro lo que hiciste. No sabés cómo están entrenando. Disculpame, vos tenés experiencia. Y ahora, ahora vamos a ser campeones”, contó Enríquez, mientras afirmaba que se le erizaba la piel al recordar esta anécdota. “Me emociono contándolo, fue fuerte. Primero pensando que se iba, luego que nos peleábamos, y luego ese abrazo”.

Después de casi dos años sabáticos (en los que aprovechó para viajar en dos oportunidades a Europa para conocer los nuevos métodos de entrenamiento), Marcelo volvió a su casa, donde agigantó aún más la leyenda. “Lo de River es algo increíble. Vos tenés que tener tus momentos buenos y los que no ligas nada; por más bueno que seas, el fútbol es así. Tiene las condiciones, pero es increíble todo lo que ganó, mas teniendo en cuenta lo joven que es como entrenador. El loco es ganador”.

Gallardo dirigió en Nacional un total de 39 encuentros oficiales, contando torneos internacionales (su única cuenta pendiente en su paso por el Bolso) y locales. Ganó 23, empató 7 y perdió 9, logrando el 65 por ciento de efectividad.


Lunes, 1 de junio de 2020
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