Vie 19 de Septiembre de 2025
Curuzú Cuatiá - Corrientes
Canal Youtube Canal Twitter Canal Facebook Canal RSS
 
 
El 2017 domina la escena

(Por Confucio) Colombi quedó en "off side", con una jugada de pizarrón del justicialismo que manejó mejor los tiempos. En el Congreso, más que una relación de 8 a 2, hubo unanimidad de opiniones que apuntaron a Ricardo, dejando incluso a la reforma en segundo plano.

Privilegiaron la unidad partidaria, poniendo en primer plano la necesidad de abroquelarse frente a Colombi y en la necesidad de no evidenciar una puja interna que deje ganadores y perdedores el peronismo, le corrió el arco al Gobierno con un "ni" que conformó a todos menos a Colombi. En los hechos, encolumnó a todos los legisladores tras la estrategia del partido y anunció un nuevo Congreso para dentro de tres meses.

Ahora, la pelota quedó del lado del radicalismo, que deberá apurar los tiempos de las definiciones para poner en la cancha un candidato.

En el PJ hasta ahora sólo Camau se ha anotado y lleva más de treinta puntos a los otros posibles candidatos. Sumados los candidatos, el PJ se acerca a los cincuenta puntos, lo cual evitaría la segunda vuelta. En este marco y con Ricardo fuera de juego, la alianza gobernante tiene por delante la necesidad de poner en la vidriera a un contendiente para impedir que la brecha se acentúe.

POR PRIMERA VEZ SE QUEDÓ SIN INICIATIVA. Colombi perdió el dominio del centro del ring. El PJ lo puso contra las cuerdas al correrle el arco en el Congreso. Horas después tuvo que tirar la toalla, dando por caída la reforma. No parecía haber margen para otra cosa. A partir de ahora entra a jugar tiempo de descuento. La falta de candidato deja en desventaja al Gobierno, tanto más en un escenario donde se advierte la fortaleza del justicialismo como opción de poder. En el ámbito de la justicia y de los sectores empresarios se aprecia que el péndulo ha comenzado a variar. Hasta hace diez días, el favorito era Ricardo. Ahora la taba se dio vuelta. Hay una fuerte expectativa por un 2017 que estará para alquilar balcones.

La realidad nacional pasa por el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el tema de las tarifas y por el reacomodamiento que comienza a darse en el peronismo, a partir de la derrota electoral.

El fallo del más alto Tribunal no salió como el Gobierno esperaba. El propio Macri fue el primer sorprendido. Gente muy próxima a él lo informó de manera distinta respecto a lo que sería la resolución de la Corte.

El Tribunal apostó a la necesidad de dar un fuerte mensaje a la sociedad. Fue consciente de la responsabilidad que tenia y de la necesidad que el fallo sea unánime. En función a ello, se trató de limar asperezas. Se buscó acercar posiciones. Había en principio cuatro proyectos distintos con puntos en común y puntos en desacuerdo. Ello obligó a agudizar el ingenio para lograr conciliar posiciones. No fue fácil, pero se llegó merced al esfuerzo de los relatores a componer un solo fallo que fue expresión unánime de los cuatro jueces.

Con una extensión desusada para lo que son los fallos de la Corte, el Tribunal desarrolló los argumentos en 112 fojas, más allá de que ya en la tercera estaba claro el sentido de la decisión del tribunal.

El Gobierno está claro que no tiene presencia en lo que es el máximo órgano de Justicia, custodio final de la Constitución de la República e intérprete definitivo de lo que las leyes y la Carta Magna preceptúan.

Macri se enteró por los medios el contenido del fallo. No era lo esperado, pero buscó morigerar el impacto y sus efectos. Una derrota política que pudo haber evitado si tras el error en que incurrió hubiera tenido los reflejos como para dar una solución política emprolijando el trámite y desjudicializando la disputa.

Fue víctima de los tiempos y las formas de la Justicia. Y está claro que no tiene operadores o, quizás lo peor, que tiene muchos comedidos que intentan operar en un ámbito recoleto donde prima la prolijidad y la necesidad de generar confiabilidad.

Vale aquello de que muchas manos en un plato hacen mucho garabato, y está claro que para los desaguisados de la política no es la Justicia la que debe salvar la ropa.

Los políticos deben hacerse cargo de sus decisiones y sí cabe corregirlas para evitar resoluciones que puedan incomodarlos.
Los jueces tienen de cara a la sociedad su propia responsabilidad. Los que tienen tras sí una trayectoria y un prestigio son celosos de ello y no quieren exponerse al escarnio de resoluciones que puedan dejarlos como funcionales al poder de turno.

Cobran valor e importancia aquello de que los precedentes no pueden violentarse para un caso particular.

Cuando los jueces resuelven una controversia deben remitirse al texto de la Ley o de la norma constitucional, pero también deben tener presente la forma cómo se han resuelto antes casos parecidos y el contexto político y social en que se dan las decisiones.

Todas estas circunstancias obligan, muchas veces, a tener que medir incluso las repercusiones institucionales y fiscales de decisiones que, aunque ajustadas a Derecho, tienen un fuerte impacto en el día a día de la gente.

La Corte en este caso ha limitado el daño a las arcas del Estado, morigerando los efectos fiscales, aunque dejando en claro que las cosas no se han hecho como correspondía.

En términos económicos, el perjuicio para el estado, no ya para el Gobierno, oscila en los veinte mil millones de pesos, esto es más de mil millones de dólares. Una cifra nada despreciable que compromete el cierre de las cuentas públicas al punto de que ha llevado a los gobernadores a ser fogoneros de la suba de tarifas para evitar el traslado del perjuicio que genera el hecho a las respectivas administraciones provinciales.

ARANGUREN EN LA CUERDA FLOJA

Por aquello de que la necesidad tiene cara de hereje, por estas horas podría decirse que la suerte de Aranguren está echada. Es sólo cuestión de tiempo. El Presidente, aunque lo sostuvo a rajatablas en los momentos más difíciles, tiene por estas horas la convicción de que no da para más. Aun así, quizás pase un tiempo antes de que sea eyectado del Gobierno.

LA SALIDA DEL JEFE DE ADUANA

Regresando de la provincia de Corrientes, el mayor retirado Gómez Centurión se enteró de su desplazamiento de la Aduana. Fue una decisión del propio Macri, quien habilitó a la Ministra de Seguridad para que promueva una denuncia para investigar algunas anomalías que con entidad suficiente no dejaban margen a un Gobierno que apuesta a levantar la bandera de la ética y la transparencia en el manejo de la cosa pública.

Fue en los hechos, una decisión acertada tanto más cuanto es pública la íntima relación del Presidente con el funcionario desplazado, que llegó a ser considerado como candidato al Ministerio de Defensa luego de estar junto a Macri en su gestión al frente de la Jefatura de Gobierno porteña.

Cierto es que corrupción hay en todos los gobiernos y en todos los países. Lo que la gente no perdona es la impunidad o la indiferencia de los que tienen responsabilidades y que muchas veces consienten o dilatan la toma de decisiones que al quedar en manos de la Justicia corren con otros tiempos y generan por lógica un desgaste que debiera evitarse.

El macrismo, aunque no lo buscó, se benefició con efectos exponenciales de las denuncias por corrupción del kirchnerismo.
Los sondeos de opinión muestran que el posicionamiento del Presidente se sostiene no tanto por lo económico, sino por lo político, jugando a su favor decisiones políticas tendientes a definir cuestiones como el caso de la Amia, el caso Nisman, el caso Pérez Corradi, la detención de los Lanata y el avance de causas que dormían el sueño de los justos.

En este marco, la decisión del Gobierno de apartar a un alto funcionario muy ligado al Presidente contribuye a generar confianza y se inscribe con el compromiso público de que la Justicia debe actuar no sólo sobre el pasado, sino también sobre la actual gestión de gobierno.

EL PJ, EN HORAS DE DEFINICIONES

El calendario electoral avanza hacia 2017 y 2019, y no sólo el oficialismo tiene urgencias y contratiempos. También la oposición, particularmente el peronismo que aún procesa la derrota del 22 de noviembre último.

Daniel Scioli por primera vez en muchos años comienza a sentir en las encuestas una caída progresiva y sostenida de su imagen e intención de voto.

Aun así, el problema se Scioli como de la propia Cristina es que ninguno de ellos tiene una estructura partidaria que sirva de soporte a aspiraciones electorales.

Ambos conservan a la fecha un piso envidiable, que quizás ningún otro peronista tenga, pero un piso relativamente alto con un techo bajo como para seguir siendo figuras de primer orden con posibilidades y proyección futura.

La visita de Scioli al Instituto Patria, para dialogar con Cristina Kirchner revolvió el avispero puertas adentro de un PJ sensibilizado que busca acelerar el proceso de deskirchnerizacion como primera etapa de una reformulación de su futuro.

En este marco, la presencia de Scioli generó algo más que molestias en el justicialismo, tanto más considerando que el ex candidato a Gobernador es en la actualidad Vicepresidente primero, con responsabilidades institucionales dentro del partido.

Los gobernadores pusieron el grito en el cielo, consideraron que se cortó solo y que sin autorización partidaria dio un paso que permitiría distintas lecturas. En este contexto, el titular del PJ, José Luis Gioja se permitió reconvenir a su ladero sin que haya habido respuestas satisfactorias, quizás porque Scioli se siente más protegido por el cristinismo que por el propio justicialismo, dentro del cual no tiene muchos soportes.

En el PJ se lo considera carente de estructura. No la supo construir o no la quiso en sus ocho años de Gobernación, posiblemente porque le pareció más cómodo apoyarse en el kirchnerismo, creyendo que el poder seguiría estando en ese vértice.

La nueva realidad lo vuelve a ubicar cerca de Cristina. Ambos quizás apuesten a constituirse en un polo de poder que trascienda al justicialismo, dentro del cual no están en condiciones de librar batalla para ofrecerse como una oferta electoral para las elecciones de medio tiempo.

Mientras el justicialismo del sello, como se lo llama a la orgánica que comanda José Luis Gioja, busca la forma de sobrevivir en la rica realidad movimientista; por otro lado, el kirchnerismo no da signos de replegarse del todo como quisieron en el justicialismo.

En tanto que otro sector comandado por el diputado nacional, Bossio intenta aglutinar voluntades, más allá de que su linaje partidario no le otorga muchos pergaminos como para erigirse en una alternativa fuerte dentro del PJ. Al costado está, siempre vigente, la figura del ex gobernador cordobés, José Manuel De la Sota, referente de peso propio y un poco más allá los hermanos Rodríguez Saá. En otras tribus, referentes del llamado peronismo anti k que no encuentran inserción y como una figura difícil de catalogar Sergio Massa a quien por un lado, no lo aceptan en el peronismo; y por otro, él mismo no está convencido de integrarse. De origen en la Ucedé como Bossio, la ortodoxia peronista lo mira con recelo.

Al momento del análisis sobre la realidad del justicialismo nacional se advierten las siguientes cuestiones que asoman muy nítidas:
1-fallas en una conducción que languidece cuyas caras visibles son Gioja y Scioli, que reconocen como pecado original la falta de legitimación electoral-
2-falta de un liderazgo y de candidatos. No se ven ofertas electorales ni para 2017, ni en 2019, ni alguien que aglutine mínimamente la conducción política del partido.
3-la presencia de Cristina, que es un dato de la realidad, que conspira contra un proceso de realineamientos en la medida en que podría restar un porcentaje definitorio a la hora de medir logros-
4-una derrota aún no procesada, donde los principales costos los llevan la ex Presidente y Scioli, pero que ameritan un mayor análisis por cuanto muchos gobernadores e intendentes de peso no tuvieron la suficiente personalidad como para alertar de las consecuencias finales como sí lo hicieron los mandatarios de Córdoba o de San Luis, entre otros dirigentes de peso que vieron un horizonte sombrío.
5-la relación con el Gobierno. No todos coinciden. Unos apuestan al diálogo y la gobernabilidad, y otros a una oposición frontal con un discurso de barricada. En el medio, los gremios que hacen la suya. Por ahora han morigerado el ímpetu luego de haber logrado resarcimientos económicos de magnitud relacionados con las obras sociales.

¿Y EN CORRIENTES?

La Corte Suprema de Justicia de la Nación y el Vaticano son dos claros ejemplos de profesionalidad en el ejercicio del poder, con clara percepción de los tiempos, de las formas y del impacto que las decisiones que de ese ámbito surgen tienen en la gente.

Esos principios, aun guardando las distancias, son de aplicación a todas aquellas cuestiones que por su naturaleza están llamadas a tener un profundo significado en la vida institucional o política.

La Corte debía dar un mensaje claro y fuerte al Gobierno, en lo que fue su primer fallo, luego de la recomposición en su integración y a la vez el primer pronunciamiento frente a la nueva administración que, no es un secreto, sufre severos contratiempos de orden fiscal para nivelar las cuentas públicas.

El peronismo pareció tomar nota de estas circunstancias, apreciando que la decisión a adoptar en su Congreso partidario de Goya, largamente publicitado, sería leída más allá de una cuestión interna del Partido Justicialista.

Tras la decisión orgánica del máximo órgano de gobierno del peronismo estaría implícito un mensaje de hasta dónde el justicialismo asume la responsabilidad de quebrar más de cuatro décadas de postergaciones para constituirse en un polo de poder que genere expectativas al millón de correntinos.

En parte, el propio Gobierno y, más que éste, Ricardo Colombi se ocuparon de poner el Congreso de PJ en el centro de la escena.

La política de Corrientes detuvo sus relojes a la espera de las decisiones que de Goya surjan.

El oficialismo suspendió sucesivamente rees de la cúpula de Encuentro por Corrientes a la vez que postergó el envío a la Legislatura provincial del proyecto de reforma constitucional ya concluido en la esfera técnica.

Colombi además, quizás por mala praxis o tal vez cebado, o devaluando en demasía a la dirigencia peronista, apretó más de la cuenta al punto de generar como nunca antes dentro del justicialismo un sentimiento anti ricardista que se hizo evidente en el desarrollo del Congreso, cuyos expositores hablaron mucho más de Colombi que del propio PJ.

A la postre, fue el propio Ricardo quien contribuyó a que el justicialismo cierre filas y se abroquele frente a lo que considera el mal mayor. La no continuidad de Colombi fue el punto de reencuentro de los distintos sectores y más diversos dirigentes de la realidad del PJ. Hubo en esto unanimidad y, de hecho, la no reforma estaba subsumida en esta cerrada negativa a la posibilidad de la perpetuación de Ricardo.

Antes del Congreso decíamos, desde esta columna, que la relación de fuerzas era clarísimamente mayoritaria. Un 8 a 2 se apreciaba como el resultado esperable de una eventual votación, pero también señalábamos la posibilidad cierta de que haya unanimidad en la decisión, como ya ocurrió en la reunión del Consejo Provincial en la que, contra todo pronóstico y mediante concesiones recíprocas propias de la política se llegó a una resolución consensuada que satisfizo a todos. Menos Colombi por cierto, que operó entre intendentes y dirigentes peronistas por la no concurrencia.

Sólo logró inmovilizar a un jefe comunal, con lo cual dejo en 23 (número impar) los presentes. Aun así, y entendiendo que no era cuestión de número sino de racionalidad y quizás porque tampoco estaba claro quién ganaría una eventual votación, lo cierto fue que primó la inteligencia de apelar a aquello de que es mejor acordar.

EL CONGRESO DE GOYA

Ocho días después del cónclave peronista más esperado por los correntinos y en orden a que el mismo no se trató sólo de una puja puertas adentro del partido, sino de una señal dada por el justicialismo a todos los correntinos, y particularmente a la política, corresponde detenernos en el análisis respecto a lo allí ocurrido.
En la misma línea con que actuó la Corte, se privilegió el mensaje y la unanimidad.

Estaba claro para entonces, luego de sucesivas rees previas -acercamientos que no fueron sólo para la foto, sino también para el trabajo de construcción política- que el justicialismo debía tener en cuenta los siguientes aspectos:

1) Considerar que, a esa altura, la decisión excedía al propio justicialismo; esto es, no era una cuestión meramente interna la que debía resolverse bajo el simplismo del "sí" o el "no" a la reforma que sirvió si para crear clima y movilizar a la dirigencia para que tome conciencia y posición de que es lo que se estaba jugando.

2) Entender que el adversario a vencer no era otro que el propio Colombi, cuya continuidad dependía, exclusivamente, de que el peronismo o algún sector de él le tire un salvavidas habilitando el proceso de reforma que, puesto en marcha, conducía inequívocamente a la re-reelección por seis años más allá de todo lo que se haya dicho previamente. La Convención Constituyente es soberana y allí manda la mayoría circunstancial que se dé al momento de la votación.

3) Con la consigna de que no debía haber ganadores ni perdedores por el "sí" o por el "no" a la reforma, se llegó a una fórmula consensuada lo suficientemente inteligente como para evitar una votación que dañe a algún sector. Consciente de que muchas veces ganando se pierde y perdiendo se gana, el justicialismo en su conjunto priorizó la unidad bajo el denominador común de que el adversario a vencer está fuera del peronismo.

ANTES DEL CONGRESO

El peronismo llegó al Congreso con dos posturas definidas. Ello luego de un largo debate que se dio desde febrero pasado y que se precipitó con el pedido realizado por la Presidente del bloque de Diputados del PJ, Mercedes Yagueddú, que solicitó que el tema sea tratado por el Congreso, para unificar la posición de los legisladores bajo una estrategia partidaria unívoca.

De hecho, fue importante, por un lado que se haya puesto en agenda el tema con la suficiente antelación, y luego que se haya volcado su análisis y decisión a los cuerpos orgánicos del partido. Estas dos circunstancias posibilitaron que el justicialismo se ordene bajo coordenadas comunes. De lo contrario, hubiera sido sorprendido de la noche a la mañana, como en otras oportunidades, por un proyecto que podía poner en crisis a las representaciones legislativas, más que nada por no haber madurado una posición común que comprometa y obligue a todos los estamentos del partido.

Por el "no" a la reforma se pronunciaron y movilizaron a lo largo y lo ancho de la provincia el presidente del PJ, Gerardo Bassi, quien contó con el sostén en una misma posición, tanto de Camau Espínola como de Rodolfo Martínez Llano, exponentes de distintas vertientes que coincidieron tanto en la necesidad de dar un mensaje claro y contundente como de no dejar ningún resquicio que permita al Gobierno habilitar un proceso de reforma que terminaría siendo una caja de Pandora.

Por la posibilidad de no cerrar el análisis sin antes analizar el proyecto se pronunció Fabián Ríos, con argumentos atendibles, más que nada respecto al sentido de oportunidad. Esto es cuándo decirle que "no" a Colombi.

Con el correr de las semanas se acentuó la preeminencia por el "no", que de hecho se evidenció claramente en el Congreso bajo el denominador común del fuerte sentimiento anti colombista que domina el PJ.

A la hora de resolver el temperamento a seguir, primó la necesidad de privilegiar la unidad, de apuntar al adversario que era Ricardo y a la conveniencia de no llegar a una votación que dejara heridos.
Bajo este concepto se llegó a una transacción en la cual, como toda transacción, supuso concesiones recíprocas en aras al logro del acuerdo.

Respecto a la resolución, se llegó a evitar la votación por el "sí" o por el "no". Se optó por el "ni". Una fórmula inteligente que supuso ratificar la decisión de no posibilitar la continuidad de Colombi, con un claro y rotundo "no" a la re-re, pero sin pronunciarse por ahora respecto al intento reformista, fundando ello en que hasta entonces, y hasta ahora, el proyecto no cobró estado parlamentario.

Hubo, es cierto, un reaseguro. La decisión del Congreso fijó una nueva fecha para tres meses después para volver a analizar el tema, pero con la clara directiva a los legisladores en el sentido de que debían abstenerse de fijar posiciones a la espera de que un nuevo Congreso resuelva.

Todos quedaron conformes. La decisión unánime fue un bálsamo a la unidad partidaria. El mensaje fue unívoco. El peronismo eludió caer en la trampa. Mantuvo la iniciativa política y el manejo de los tiempos. Le corrió el arco a Colombi dándole un jaque mate, por la simple razón de que prolongar a definición tres meses significaba hacer caer todos los plazos de un cronograma electoral que conduzca a la reforma.

Ríos quedó satisfecho. Logró evitar una votación que le era claramente desfavorable y logró a la vez respaldo para su elección por unanimidad como Presidente del Congreso partidario, nominación que significa un reconocimiento, más allá de que tiene el límite impuesto por el equilibrio buscado. Su sector tendrá dos de los ocho miembros de la mesa de conducción del Congreso; esto es, tendrá la Presidencia, pero deberá consensuar las decisiones en un marco de horizontalidad.

Otros dos nombres fueron sugeridos por Camau (Adrian Kuri, intendente de Berón de Astrada y Marcos Bassi, de Goya). Martínez Llano sugirió los nombres del intendente de Ituzaingó, "Cacho" Piñón y la intendente de Perugorría, Angelina Lesieux. Para completar la mesa y como muestra de integración plena, se acordó la continuidad de Eduardo Galantini y la incorporación de Hugo Molina, sugerido por Tamandaré Ramírez Forte.

Con esta conformación queda en claro que el valor más importante fue la búsqueda de la unidad reflejada en una integración, tanto representativa como amplia de la realidad del peronismo.

El mismo criterio se siguió para un órgano clave como lo es la Junta Electoral. Conformada por cinco miembros, el sector de Ríos propuso a dos de ellos, el de Camau a otros dos y Martínez Llano al restante y al primer suplente.

Con ello, el justicialismo dio hacia adentro un mensaje fuerte de cohesión y de unidad, más allá de que como bien dijo el Intendente de la Capital, la unidad no es una foto, sino que se construye día a día con el trabajo tratando de recrear la confianza. Éste parece ser el desafío que tiene por delante la dirigencia del PJ.

Y está claro también que la unidad no pasa por dos o tres dirigentes. No es la sumatoria de voluntades. Es recrear la mística del conjunto, de modo que en ella se interprete el sentimiento y la esperanza de miles de peronistas que esperan que esta vez se quiebre la racha de más de cuatro décadas de postergaciones.

El Congreso fue reflejo de este ansiado pedido de la dirigencia de los 25 departamentos. Es desde abajo hacia arriba desde donde se clama por la unidad para lograr el objetivo. En este marco, se condiciona la actitud de los máximos dirigentes, quienes no pueden abstraerse del clamor por dar vuelta la página de las frustraciones.

En este marco, está claro que no hay hoy dirigente con capacidad como para fracturar o quebrar. No quiebra el que quiere, sino el que puede. Y hoy es evidente que hay una toma de conciencia muy fuerte en el sentido de que hay que pelear el gobierno.

El objetivo es ése. Una construcción colectiva que, sin personalismos ni "yoismos", conduzca a fortalecer una propuesta electoral consistente y atractiva que encuentre soporte tanto en el candidato como en el discurso, la organización, la estrategia y la redefinición de alianzas, tanto provinciales como municipales, de forma de sumar 10 a 12 intendencias a las 26 que hoy controla el justicialismo.

Así como Ríos pudo estar satisfecho con lo logrado, también los que estaban por el "no" a la reforma se sintieron conformes. No hubo ganadores ni perdedores. Todos entendieron que era necesario acordar y lo hicieron en un marco de racionalidad e inteligencia.

Así se logró un marco de unidad. Se dio un mensaje a los correntinos y a la alianza gobernante. Se lograron espacios en los órganos partidarios que hacen al equilibrio y a la representación, y se posibilitó que todo el peronismo actúe orgánicamente, bajo una sola línea conductiva, abortando la estrategia del Gobierno que pasaba por señalar que la llave de la reforma la tenía Ríos o que apostaba a negociar con sectores del PJ, individualmente considerados, para llegar a los dos tercios.

Los que estaban por el "no" a la reforma parecieron no interesarles un triunfo interno. Contener a Ríos en la estrategia del conjunto, considerando además el aporte importante que supone el gobierno municipal de la Capital es un dato de la realidad, como que está claro aquello de que en política no sólo vale lo que se tiene, sino lo que falta. Bajo este concepto la unidad de las primeras y segundas líneas lleva a que el peronismo se movilice con mayor entusiasmo con la posibilidad de un triunfo que ya no parece lejano. Cuando el olor a la victoria asoma, muchos que en otras oportunidades se quedaron en su casa, se animan a ser protagonistas de un nuevo desafío.

Aquellos que en otras oportunidades, quizás por errores de la conducción, quizás por la ansiedad propia de las irrefrenables aspiraciones no controladas, apostaron a Colombi ahora posiblemente lo piensen dos veces. Por un lado, la posibilidad del triunfo. Por otro, la evidencia clara de que Ricardo no es un buen pagador ni siquiera con sus aliados o propios correligionarios.

¿Y EL GOBIERNO?

Ricardo tiene por delante redefinir la estrategia frente a lo inevitable de la caída de la reforma. Los tiempos obligan a decisiones para no dar ventajas a un justicialismo que quedó muy fortalecido como opción con la ventaja de que muestra a un candidato que, aunque no esté oficializado, aparece sacando claras ventajas a cualquier oponente.

La demora en ofrecer una alternativa puede ser definitoria en términos electorales.

Los que saben aseguran que cada semana de indefinición conspira contra las chances de dar una batalla competitiva.
Otro de los aspectos que asoman es el de la fuerte polarización entre el justicialismo y Encuentro por Corrientes.

La realidad política pareciera no dejar espacios para una tercera vía que pueda ser definitoria en una eventual segunda vuelta. Es más, la suma de candidatos peronistas están por arriba del 45 por ciento, casi cercano al 50, un dato revelador que no puede pasar desapercibido.

Una tercera opción suele ser válida cuando se plantea con tiempo, antes de que se insinúe la polarización y siempre que tenga estructura, y sobre todo, un candidato que haya logrado perforar la natural indiferencia electoral, cosa no fácil como que, de hecho, no hay ninguna figura con instalación propia.

Ni aun el oficialismo gobernante al día de hoy la tiene. Y, más allá de que el Gobernador diga que el candidato será radical, en los hechos no hay que estar tan seguro de que así sea como tampoco hay que creer en demasía los dichos del propio Ricardo que a menudo dice una cosa y termina haciendo otra.

Ejemplos sobran. Es un hombre pragmático capaz de más de una sorpresa. De hecho, los radicales, hasta los más próximos, no alcanzan a saber adónde apunta. Quizás porque ni él mismo lo sepa. Lo cierto es que hay desazón puertas adentro de la UCR correntina. El tiempo pasa y no se ve la luz. Los candidatos sobran, algunos con más posibilidades. La pregunta es ¿el radicalismo no puede definir sus aspirantes de manera democrática? ¿Es lógico que el dedo de Ricardo sea el que señale el heredero? Una pregunta que se extiende al seno de la alianza gobernante, donde los socios más que socios parecen adherentes sin derecho a voto en las decisiones.

Aun así, no hay que descartar que el sol salga por otro lado. Hay indicios de que ello pueda ocurrir, tanto más cuanto podría justificarse una decisión de esta naturaleza en la imposibilidad de que todos los radicales estén contestes en un candidato. De hecho, el poder de Ricardo se diluye en el tiempo, circunstancia natural en situaciones como las que plantea el escenario político de la Provincia con un Gobernador que no puede volver a ser y que hoy lucha para mantener protagonismo, acaso sin entender que la gente mira más al que puede venir que al que se está yendo. Una verdad de Perogrullo que es el ABC de la política. Hay etapas que se dan y tiempos que se cumplen. La gloria y el poder por naturaleza son efímeros y nunca hay que confundir el ejercicio del gobierno con la naturaleza del poder.

En Corrientes está claro, estamos en un punto de inflexión. Una disputa con final abierto de cara a 2017. Podrá surgir un gobernador peronista o un exponente de Encuentro por Corrientes, radical o no radical. Lo seguro es que en la boleta no estará Colombi y ello, por sí, marca una diferencia.

El interrogante es si Ricardo bajará a Mercedes como dijo. Cemborain lo torea y apuesta a que no se animará. Asegura que le gana fácil. De hecho, será una pelea que generara expectativas. Ricardo es un hueso duro de roer. Lo importante es que se mantenga la altura en el debate y los códigos. La política es una rueda y no hay que perder la perspectiva ni el respeto. El tiempo dirá qué quieren los correntinos. Esta vez sí podemos decirlo, para los cuatro años venideros de 2017 en delante. (Diario El Libertador)


Domingo, 21 de agosto de 2016
Compartir en Facebook Compartir este artículo en Twitter         

Volver

       
 
 

© Copyright 2012 - 2015
www.iusnoticias.com.ar | All rights reserved
Curuzú Cuatiá - Corrientes - Argentina
(03774) 425131 y (3774) 404176 | redaccioniusnoticias@gmail.com