No vuelven más: Punto final a 40 años de contaminación política y ambiental  La acumulación de residuos por parte de una sociedad, es hoy por hoy, una problemática ambiental global, más si se tiene en cuenta el firme arraigo de la cultura de descarte que viene afianzándose en los últimos años.
En una ciudad relativamente chica, se generan toneladas de residuos de todo tipo, de componentes orgánicos e inorgánicos por día que es necesario clasificarlos y tratarlos, para minimizar el impacto de los mismos en el medio ambiente.
En la ciudad de Curuzú Cuatiá, existió hasta hace muy pocos meses, un basural a cielo abierto, a muy pocos kilómetros de la ciudad con montañas de residuos sin tratar ni clasificar, algunos de ellos de orígen patogénico, es decir desechos de hospitales y sanatorios.
Durante 40 años fue así. Por cuatro décadas los residuos de todo tipo generados industrialmente, domiciliariamente y sanitariamente, fueron arrojados en una montaña de basura a unos muy pocos kilómetros del centro de la ciudad.
Residuos de 40 años de toda una sociedad que fueron tirados allí sin ningún tipo de tratamiento, a cielo abierto y contaminando las napas subterráneas con todo lo que ésto significa, la generación de focos infecciosos y enfermedades vinculadas a la contaminación del agua, del suelo y del aire en sus inmediaciones.
Afortunadamente eso ya es parte del pasado. Vale decir que ninguna de las administraciones gubernamentales pasadas, lograron cerrar este basural, empero crearon Plamares, en donde proliferaban como enormes hongos, mini basurales a cielo abierto, era como una sucursal del basural más grande.
Por años esa planta no estuvo operativa, hubo un incendio del que no se supo a ciencia cierta detalles del incidente, y paralelamente se continuaba acumulando basura de todo tipo, en el basural a cielo abierto, pero como se dijo antes, es parte del pasado.
Ahora, con la administración del gobierno municipal de José Irigoyen, Plamares es una planta modelo y actualmente equipada con nuevas máquinas, como una prensa compactadora, chipeadora y pala frontal, entre otras innovaciones, como la alimentación de buena parte de la misma con energía solar y la puesta en funcionamiento del convertidor de residuos patológicos, que inactiva los agentes infecciosos y reduce a 1/4 de su tamaño a éstos tipos de residuos.
Otros dos aspectos a resaltar de Plamares son el avance en materia salarial y de higiene laboral del que fueron beneficiarios los operarios de la planta, que en pocos meses recibieron al menos en dos oportunidades indumentaria adecuada para su trabajo, algo que en los gobiernos anteriores no sucedía tampoco.
Ni hablar del confinamiento de los residuos no reciclables en la fosa sanitaria, correctamente confeccionada y con un sistema de filtrado y tratamiento separado de líquidos lixiviados con nulo impacto negativo al suelo y al medio ambiente del lugar.
Por otra parte, en lo estrictamente legal y conforme a un requerimiento de la Justicia, el municipio de Curuzú Cuatiá presentó ante la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo del Poder Judicial de la Provincia de Corrientes el acta y el informe correspondiente al cierre definitivo del basural a cielo abierto.
De modo, que se cumplió con los plazos a los que la gestión de Irigoyen se había comprometido con la Justicia en cumplir con el cierre definitivo del basural, que actualmente ya comenzó con el proceso de saneamiento del suelo en el que se encuentra, conformando un verdadero hito en la historia de Curuzú, un logro de ésta gestión, nunca antes visto y del que pocas personas toman la verdadera dimensión del beneficio que ésto significa para las generaciones venideras en materia ambiental.
Además, vale decir que el Municipio de Curuzú Cuatiá, no está sólo en esto. Teniendo en cuenta la afinidad del Estado Municipal con el Gobierno Provincial, se viene trabajando de manera conjunta con la denominada unidad GIRSU (Gestión Integral de Residuos Urbanos), una dependencia que se aboca a generar estrategias y gestiones referidas a combatir la problemática ambiental por la acumulación de residuos, enrolada en el Ministerio de Coordinación y Planificación del Gobierno de Gustavo Valdés.
Con el GIRSU, el Municipio cumple con las tareas de un plan estratégico para el tratamiento definitivo de los residuos sólidos urbanos, que incluye la separación de residuos en PLAMARES, que no funcionaba antes, el confinamiento óptimo de los residuos sólidos no reciclables en una fosa sanitaria y el sistema de tratamiento de residuos patológicos cuyos mecanismos de tratamiento durante 40 años fue el arrojamiento en el basural a cielo abierto, que hoy se procede a su incineración para evitar la contaminación cruzada con los restantes residuos, además de reducirlos con el BIO-5000.
Para ir finalizando, más allá de las operaciones de prensa generadas en otras ciudades, azuzadas por un sector político opositor que busca ensuciar a una gestión exitosa y de esta manera, poder entrar por la ventana y volver al poder, los hechos están a la vista. Con el cierre del basural a cielo abierto se busca revertir nada menos que cuatro décadas de contaminación, arrojando residuos sin ningún tipo de tratamiento en un predio muy cercano a la ciudad.
No es de extrañar entonces, que aquellos que fueron expulsados por el voto legítimo y popular en las últimas elecciones, utilicen el viejo recurso de enlodar una gestión, generando informaciones mal intencionadas en base a especulaciones con la finalidad de opacar logros que revierten una realidad de cuatro décadas.Jueves, 14 de febrero de 2019
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