Dom 28 de Abril de 2024
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Anuncian en Curuzú una nueva esperanza para adictos que buscan salir de drogas

El acto fue en la Casa del Bicentenario de Curuzú Cuatiá, por calle Irastorza. El encuentro contó con la presencia de los párrocos de las distintas parroquias de la ciudad de Curuzú Cuatiá, religiosas, misioneras de la Fazenda de la Esperanza y público en general quienes asistieron a la conferencia de prensa y charlas que dieron las principales impulsoras de la Fazenda de la Esperanza.

Según comentó a IusNoticias Giuliana Assis, una de las misioneras y rehabilitadas en una de las casas de la Fazenda, "nosotros estamos acá para difundir qué es la Fazenda de la Esperanza, que es un lugar donde Dios recupera nuestra vida, no sólo nos saca de las drogas, sino que se comparte el evangelio, el trabajo, la convivencia con nosotros, con los carismas franciscanos, obediencia, pobreza y castidad más nuestro carisma que es la esperanza", comentó.

Pero, qué es, o mejor dicho, qué son las Fazendas de la Esperanza. La Fazenda de la Esperanza es un proyecto que se originó en Brasil en el año 1983, con tres pilares: espiritualidad, convivencia y trabajo. Hoy está presente en varios países del mundo, y trata básicamente de la recuperación y rehabilitación de personas adictas a las drogas. Según comentó Giuliana "se alimenta el espíritu con Dios, se crea dignidad con trabajo y se reaprende a convivír con las demás personas". En definitiva, es una nueva oportunidad para todo aquel que está acorralado por las drogas, es una nueva esperanza.

Las misioneras, quienes llegaron a Curuzú, lo hicieron en el marco de una movida impulsada por la Diócesis de Goya, encabezada por el Obispo Adolfo Canecín, quien siempre se ha mostrado preocupado por los jóvenes. Justamente en menos de un mes se habilitará una nueva Fazenda de la Esperanza en Santa Lucía, que será para chicas, aunque la organización también contempla hogares para varones, por separado.

"La casa está en Santa Lucía, es para chicas y estamos en éste mes haciendo misión para hacer conocer lo que es la Fazenda, y tenemos planeado de que en Mercedes tengamos una Fazenda masculina", dijo Giuliana en diálogo con éste medio.

La Iglesia Católica reconoce el movimiento de la Fazenda, aunque no lo hace de manera exclusiva, ya que en el marco de un ámbito ecuménico, hay voluntarios, asistentes y ayudantes de otras religiones también, que confluyen con el único objetivo de cambiar la vida de un adicto por otra oportunidad, sana, en convivencia y teocentrista.

"Para quien quiere recuperarse la persona tiene que querer abandonar las drogas, de puño y letra puede hacer un escrito y enviarlo a la Fazenda, se le hace una serie de estudios, y estará allí por un año entero", mencionó la misionera.

Según testimonios, en poco tiempo ellos abandonan por completo su adicción, y reciben allí una fuerte contención, espiritual, un acompañamiento, aprenden a convivír en un ambito en donde la dignidad y el trabajo van de la mano, ya que realizan sus propias tareas y productos que son ofrecidos en canastas que ponen a la venta para solventar sus gastos.

Giuliana es una de las misioneras que ya pasó por la Fazenda, ella tuvo su año de recuperación en una de éstas casas, en Brasil, en el 2004, y cuando salió de ahí, en su nueva vida, pasó años donando a la Fazenda todo lo que recibió. "Estamos todos misionando para que el pueblo conozca cómo vivímos, qué hacemos y sobre todo para anunciar la nueva Fazenda en Santa Lucía, para chicas, después tenemos planeado hacer otra para varones en Mercedes y una igual en Formosa, de donde es oriundo el Obispo Adolfo Canecin.

Una misionera, ex adicta

"Soy Maru, tengo ahora 17 años. Empecé en las drogas porque me faltó el amor de mi mamá en mí casa, a los 12 salí a las calles, empecé con la marihuana, después pastillas, cocaína y pegamento y en ese momento cuando consumía me sentía bien, pero cuando me pasaba el efecto de las drogas volvía a sentir ese vacío y me prostituía, y le golpeaba a mi mamá".

"Después cuando sentí que tocaba fondo, pedí ayuda y empecé mi caminata, aprendí a conocerme a mí misma, a respetarme y a aceptar que ella no me pudo dar el amor que ella no recibió", comentó Maru, quien ahora tras haber pasado por el infierno de las drogas, es una persona liberada, y que aporta con su testimonio su aporte a todos aquellos que quieren saber de qué se trata ésto de la Fazenda de la Esperanza.


Viernes, 15 de julio de 2016
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