Vie 17 de Mayo de 2024
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El año político se termina

(Por Confucio) La columna dominical pasará a receso en dos domingos más, luego de la elección del nuevo Presidente del Superior. Su vuelta se dará con las internas del peronismo. El 2016 creó las condiciones para la conformación del escenario electoral de 2017. La caída de la reforma y el hecho de que Ricardo no esté en la boleta mayor abre expectativas distintas dentro y fuera de la UCR. Uno de los interrogantes es el rol que asumirá Colombi desde el 10 de diciembre del año venidero. Por ahora, se preserva.

Guarda silencio, aunque mueve las fichas. Lo hizo en el Senado el último jueves, donde mostró que no es un improvisado y que a la hora de actuar, lo hace. Lo hará en el ámbito del Superior, donde tiene muchos intereses en juego. En el justicialismo todo está por verse. El manejo de los tiempos y las formas será determinante de las posibilidades de competir de igual a igual con el Gobierno.

Ricardo sabe que el juego está en el medio campo. Que el partido recién comienza y que lo fuerte vendrá recién en marzo. Apunta a conservar poder todo lo que se pueda y a saber conducir una transición difícil para intentar ganar y conservar el poder a partir del 10 de diciembre. Luego de la caída de la reforma ha sabido manejar los silencios.

En el marco provincial la política se va a marzo, tal lo anunciamos en la edición del último domingo. Lo que queda son sólo anécdotas previas a un fin de año de notable tranquilidad, más allá de que quizás termine siendo la calma que precede a la tempestad.

Puertas adentro del peronismo y del radicalismo hay sórdidas operaciones cruzadas, aunque sin espacio para las grandes sorpresas. Más allá de lo que afuera se vea, las decisiones están tomadas por la realidad más que por los propios actores que, con el correr el tiempo, pierden posibilidad de maniobra como le ocurrió a Cristina Kirchner cuando debió aceptar la nominación de Daniel Scioli porque no le quedaba otra; o al propio Jorge Capitanich, que terminó convalidando el apoyo a "Mingo" Peppo, también porque no le quedaba otra frente a una realidad en la que su delfín, el senador Aguilar no medía ni tenía apoyo del aparato partidario, y en lo que incidió de manera determinante por un lado el zafarrancho que le armó el vicegobernador a cargo del Ejecutivo, "Chiyo" Bacileff y el daño que le produjo su prolongada ausencia de la Provincia motivado por las funciones de Jefe de Gabinete que cumplió en el Gobierno nacional.

En los hechos, la política es el arte de lo posible y hay momentos en que mueren las palabras frente a la realidad del cuadro.
En Corrientes pasa lo mismo. Ricardo perdió mucho tiempo entretenido en el intento reformista que naufragó sin pena ni gloria, en una siesta de primavera con sólo el apoyo de 16 voluntades, no todas convencidas.

El LIBERTADOR del último domingo contradijo al influyente secretario de la Gobernación, Carlos Vignolo quien había anticipado sin vacilaciones que el candidato a la Intendencia se conocería antes de fin de año. Aseguramos que no sería así. Posteriores informaciones del seno mismo del ricardismo confirmaron que hasta marzo no se darían a conocer ni los nombres del candidato a la Gobernación, ni tampoco a Intendente.

Una vez más, EL LIBERTADOR dio en el clavo. Hoy, a cuatro meses vista y desde esta columna confirmamos no sólo el nombre de quién correrá con los colores de Encuentro por Corrientes para la jefatura mayor del gobierno capitalino, sino que aseveramos que Eduardo Tassano iría acompañado por Emilio Lanari, un acuerdo cerrado entre ellos que tiene un peso decisivo en el armado electoral de ECO. Esto, más allá de que Tassano no es santo de devoción de la estructura capitalina. Nunca comulgó ni se sometió a la llamada "Cooperativa universitaria" ni es hombre de encuadrarse en los moldes partidarios.

Aun así, es una realidad y en el radicalismo ni en la alianza gobernante pueden darse el lujo de dejar como bicho libre a un hombre del peso político del Diputado que en más de una oportunidad amagó con tirarse a la sucesión de Colombi.
El tema es quién se queda con Tassano. La pelea es sórdida, aunque silenciosa. Y muchas cosas que no se ven están ocurriendo, sin salir a la superficie.

El eje "Peteco"-Noel Breard existe y tiene capacidad de juego y de maniobra. En esa entente muchos creen que no está lejos el propio Tassano, quien apuesta a crecer con el apoyo de todos priorizando la pelea en Capital.

Su juego pendular lo ubica en una posición de privilegio y él lo sabe. No es un dato menor que el Gobierno de la Provincia esté organizando con bombos y platillos un carnaval para los barrios a medida de las necesidades electorales de la dupla Tassano-Lanari.

Se invertirá mucha plata en eso, en el chamamé, en la cumbia y en los eventos deportivos.

Colombi, no hay dudas, quedó con la sangre en el ojo con el Intendente de la Capital, a quien acusa de incumplir acuerdos que abortaron la reforma. Está dispuesto a ir por todo, en una decisión propia de su carácter. Fabián Ríos sabe que no le ha quedado espacio sino para la pelea y sin pelos en la lengua lo trató de imbécil e inútil en las últimas horas, adjetivos estos que marcan el grado de tensión que ha adquirido la relación.

Un dato más abona el nulo margen de acción que le ha quedado al radicalismo capitalino. El apoyo de Lanari como coequiper en la fórmula no es un tema menor. El prestigioso médico y dirigente deportivo que milita en el partido de "Perucho" Cassani aceptó acompañar a Tassano. No lo haría con ningún otro y, de hecho, su perfil lo habilita para desafíos mayores, pero con Tassano tiene una larga historia de desafíos compartidos y éste será uno más.
Tassano sabe que aunque no es santo de devoción de la estructura partidaria ni aun del propio Ricardo, la alianza gobernante necesita de una buena performance en Capital para ganar la Provincia.

Hoy, para ECO es más fácil pelear la Intendencia que la Gobernación. De ahí que la fórmula Tassano-Lanari pueda esperar tanto de la dupla "Checho" y el "Mono" como del propio Ricardo, una dosis de fuerte apoyo para su campaña que no lo tuvo en la anterior oportunidad en que pugnó por la Intendencia.

En esa oportunidad, siendo candidato de Arturo, en 2009, soportó estoicamente una seguidilla de golpes bajos de su propio espacio que no le permitieron jugar en la plenitud de sus posibilidades.

Ahora la cosa será distinta. Ricardo es consciente de que se juega mucho del resultado en lo que aporte el principal distrito electoral de la Provincia que nuclea el 38 por ciento del electorado y ahí piensa bajar con todo en lo que será un gobierno paralelo de acá a la primera semana de septiembre, que será cuando se vote en Corrientes para Gobernador, más allá de que el Gobierno nacional aspira a que sea más adelante.

Muchos creen que será el gran elector y quizás termine siéndolo, aunque una realidad asoma muy claramente en el horizonte ucerreísta. Por un lado, la certeza de que el 10 de diciembre habrá otro gobernador. Colombi no tendrá la birome, mucho menos si el gobierno es peronista, por lógica.

Puertas adentro del radicalismo y más allá de las intenciones del mandatario provincial, la realidad marca que el peso de Colombi comienza a declinar con el paso del tiempo. El Ricardo de septiembre, antes de la caída de la reforma era uno. El de hoy es otro. Y el de marzo será aun menor. El tiempo, podría decirse, corre en parte a favor para no licuar poder anticipando su sucesor y en parte en contra, porque ante el silencio crece notoriamente el peso especifico de los que controlan el aparato partidario, léase el Mono Vignolo y particularmente Sergio Flinta, quien ya es hoy un referente de primerísimo nivel para el interior de un radicalismo que lo toma como referencia insoslayable a la hora de medir las expectativas.

En este contexto, es claro que Peteco corre muy de atrás, pero corre. En esto no hay que equivocarse. En carreras de largo aliento hay que saber administrar las fuerzas y no pocas veces los que vienen de atrás terminan primero. Quizás por el perfil, quizás porque salió antes de tiempo y perdió puntos en el área chica de ricardismo, o quizás porque en la pulseada no tiene posibilidades de equilibrar al radicalismo capitalino. El libreño aparece rezagado, aunque no hay que dejar de ver que muy cerca de él está un gran armador del radicalismo como es Noel Breard, quien ya era Diputado de la Provincia cuando aún Ricardo no había alcanzado la concejalía que lo proyectó luego a la Intendencia.

En este punto hay una realidad que asoma. Ricardo perdió su bastión electoral que es Mercedes. Pertenece casi a la tribu de los sin tierra, pero en los últimos meses ha comenzado a tener una incipiente base propia en la Capital que antes no la tenía y que le permite balancear en términos de poder interno al Checho y al Mono.

En la composición de listas no fue un dato menor la toma de posiciones que logró en Capital el sector de Gustavo Valdés, quien sabe que su suerte está íntimamente ligada a las decisiones que en su momento tome el mandatario.

Por cuerda separada, como se dice, un Breard que tiene tras sí más de tres décadas de vigencia y una notoria capacidad de trabajo cuya canalización aún no parece clara, pero que puede ser determinante si a la hora de la verdad termina dándose una interna que en los hechos nadie debiera descartar, aunque parece improbable.

¿Y Valdés? Todos lo ven como la carta en la manga del número uno. Lo consideran el niño mimado. La realidad muestra primero que Colombi no forzará la mano a sabiendas de que puede quedar descolocado en su intento de imponerlo. Luego o antes, según se quiera, no está claro que Ricardo piense o haya pensado alguna vez, de manera seria, en hacer bailar el trompo de Gustavo para la candidatura mayor. Pudo haberlo incentivado para el logro de una de sus mayores aspiraciones como era coronar el Juzgado Federal de Paso de los Libres, intento en el que quemó las naves y se dio de bruces contra la realidad de que los factores de poder pesan más a la hora de las decisiones.

Ahora Colombi estaría convencido de la necesidad de impulsar la reelección de Valdés con la secreta esperanza de que el macrismo le reserve el lugar que ostenta en el Consejo de la Magistratura, una empresa condenada también al fracaso porque ya hay decisión del Presidente de poner ahí una ficha propia.
Un hombre del riñón de Mauricio Macri que sería un PRO marca líquida, como el diputado Pablo Tonelli o un radical amigo, como Oscar Aguad.

Aun así, Colombi intentaría conservar la plaza, siempre que gane el radicalismo la Gobernación, algo que hoy por hoy está en veremos. Si este objetivo se da, Ricardo irá por todo y aunque Macri tiene ya posición tomada en más de una oportunidad, el mercedeño se salió con la suya mostrándole cuantos pares son tres botas.

De hecho, en la mesa chica, muy chica del poder macrista, el nombre de Colombi suena fuerte. No lo consideran un aliado fácil y lo respetan como a pocos en el radicalismo, hoy fuertemente devaluado en la cima del poder.

Algo rescatan. Colombi hasta ahora mostró resultados y, salvo en lo del Consejo de la Magistratura, nunca pelea poder en la cancha grande. Pretende que le respeten la comarca y eso a Macri no lo incomoda. En este marco, el PRO de Corrientes deberá tomar nota.
Mientras Colombi esté fuerte, los macristas serán actores de reparto ni siquiera de segundo orden. No formarán parte del Gabinete, mucho menos de la fórmula y no tendrán un diputado ni a los premios.

Es más, a esta altura no está claro si la alianza para las elecciones de septiembre de 2017 se llamará ECO o Cambiemos. Lo más probable es que Colombi le dé a la elección un tinte marcadamente provincial, consciente como pocos de que las elecciones se ganan o se pierden en Corrientes.

Conforme a esta lógica, en principio Valdés estaría fuera de carrera. Sólo en principio. Con Ricardo nunca se sabe. Llegado el momento de la decisión habrá que ver qué quiere hacer y qué margen tiene para hacerlo.

Los que conocen el paño aseguran que de acá a marzo dicho margen se estrechará aun más, y dejan sólo en el bolillero dos nombres, el de Checho y el de Peteco.

Aun así hay una realidad. ECO es más que la UCR. Y si la interna se acentúa dentro del radicalismo no sería improbable, aunque hoy parece difícil, que Colombi apueste a un extrapartidario que le asegure mayor control del poder dentro de la UCR.

El fin justifica los medios, una máxima de Nicolás Macchiavello que Colombi no la olvida. A la hora de la verdad, él toma la comandancia y no duda en hacer cirugía, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Es rápido de reflejos y no mide costos. Valen los resultados.

Lo dicho viene a cuento de lo sucedido el jueves último en el Senado de la Provincia.

La oposición se aprestaba a dar un golpe que excedía en mucho al mero rechazo de un pliego, por sí importante, aunque la lectura de una decisión de esta naturaleza sería mucho mayor en términos de poder.

Colombi tomó nota de ello e irrumpió en la escena mandándolo a Gustavo Canteros a hacer el trabajo sucio.

Obediente, incluso a sabiendas de que ello lo alejaba del peronismo y lo ponía en posición incómoda con el cuerpo senatorial, Canteros hizo saludo uno, saludo dos y ejecutó sin chistar el libreto pese a los enojos de los senadores opositores que pecaron de ingenuos en la organización de lo que imaginaron sería un golpe letal, aunque anunciado por un dictamen previo todo indicaba que el oficialismo no se quedaría de brazos cruzados.

Quizás debieron entender que pelear con Ricardo no es cosa fácil. Que el Gobernador no se rinde ni bajo el agua y que si le dan un tranco de pollo es capaz de hacer una jugada de gol sobre una baldosa, en el área chica, aun excedido de peso. Y ello porque tiene años en esto y, como dice el refrán, "el diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo".

Colombi es una vieja lechuza cascoteada a la que nunca hay que dar por muerto antes de tiempo.

Él era consciente de que una derrota en el escenario legislativo, tumbándole el pliego de un fiscal que además era para Mercedes, sería un golpe terrible en términos de su propia autoestima. Un triunfo además no sólo para la oposición en su conjunto, sino para su archienemigo Víctor Cemborain, que había operado a destajo por el rechazo, logrando encolumnar a la bancada peronista junto con la del Partido Nuevo.

Una derrota que acentuaría el síndrome del café frío que inevitablemente sobrevuela la Casa de Gobierno desde el momento en que la Cámara de Diputados sepultó el intento reformista.

Canteros debió romper todos los códigos. Incumplir el reglamento y faltar el respeto a los senadores, algo que no es práctica parlamentaria en los códigos de los políticos de raza con tradición.

Y aunque la oposición mostró una ingenuidad sorprendente y una falta de reflejos para abortar la situación de hecho generada, no es menos cierto que el Vicegobernador se dirigió al estrado presidencial sin pasar por la etapa previa de labor parlamentaria, que fue obviada sin facultades para ello, dando inicio a la sesión con un trámite confuso de constatación del quórum que obvió la obligación prevista en el reglamento de cómo actuar en situaciones de esta naturaleza.

Para ello contó con la connivente conducta de la Secretaria de la Cámara, que aun siendo de origen y puesta por el justicialismo, a la hora de la verdad jugó en línea con el oficialismo gobernante, lo cual le valió un reproche y la advertencia de senadores de la oposición que le anticiparon que no aprobarían la versión taquigráfica falseada.

Lo cierto es que lo que vino después quedó para la anécdota, como suele pasar en situaciones de esta naturaleza. Colombi siguió la política del hecho consumado y logró un objetivo, con costos sí, pero con resultados.

Los costos, aun en la desprolijidad, nunca fueron óbice para que Ricardo ejerciera el poder sin otra limitación que el logro de resultados, recordando aquel dicho de un comisario de Asunción, que al explicar su conducta decía: "Comisario que no abusa del poder pierde autoridad".

Este episodio quizás anticipe lo que será la impronta de Ricardo de cara a 2017, una elección esencialmente provincial, dominada y administrada por la Justicia local al no ser coincidente con la elección nacional que obliga a la participación de la Junta Electoral Nacional.

LA CONTRAOFENSIVA OPOSITORA

El llamado grupo de los ocho redobló la apuesta. Desconoció la decisión del Presidente del Senado y llevó adelante el viernes, al caer la tarde, una sesión especial para el rechazo del pliego del fiscal propuesto para Mercedes.

Un hecho político de significación que evidencia una conjunción de voluntades que asegura de mantenerse el control del Senado antes y después del 10 de diciembre de 2017, un hecho no menor en términos de poder real.

La oposición, más allá del hecho puntual, logró abroquelarse con la idea fuerza de resistir el último año de gobierno de Ricardo.
Colombi es probable que guarde silencio como lo viene haciendo desde la caída de la reforma, aunque lo más probable es que sin demora firme el decreto de designación y que logre que el Superior le tome juramento casi de inmediato.

Los que lo asesoran ponen el acento en la necesidad de actuar con hechos, midiendo su exposición para preservar su figura que sigue con altos niveles de aceptación popular.

En el fondo, ya no es su pelea y sabe que aunque en meses dejará el Gobierno, si logra actuar con inteligencia midiendo sus emociones, podría seguir siendo el hombre fuerte de la Provincia para lo cual necesita que Encuentro por Corrientes gane, cosa que hoy está en duda. Aunque puede o no darse, obliga necesariamente a trabajar con un plan A y un plan B. En política de lo que se trata es de ganar más, ganar menos, pero siempre ganar y aun perdiendo convertir la derrota en un triunfo o asegurando que la victoria aun propia no termine en manos extrañas.
Todo un desafío que obliga a agudizar el ingenio, entendiendo que nunca los enemigos son tan enemigos ni los amigos tan amigos. Quizás en esto estribe el porqué del fracaso de la reforma.

CON LA MIRA PUESTA EN EL SUPERIOR

Así como la larga mano de un Colombi atento a la integralidad del cuadro político bajó de lleno al recinto de la Cámara de Senadores, el jueves último nada indica que no haga lo propio en el Superior Tribunal.

No es un hombre que se deje sorprender por el disparo y, aunque más de una vez le tocó perder, juega todas las partidas hasta lo último.

Una derrota en el Senado hubiera sido una luz amarilla. Qué pasó a la postre ¿Fue una derrota o un triunfo? Decisiones contrapuestas, pero a la hora de la verdad habrá que ver si el fiscal asume.

Podría decirse que sería una victoria a lo pirro, que tuvo sus costos, pero en Corrientes lo que valen son los resultados. Por eso no hay que equivocarse a la hora de determinar los cursos de acción. Lo propio ocurre en la Justicia.

Si Guillermo Semhan logra su sexta reelección sería en la lectura política una derrota muy fuerte para Ricardo. De ahí que siga de cerca este tema como el trámite de aprobación o rechazo al convenio con Ioscor, en la disputa con el Municipio de la Capital.

PANSERI QUIERE EL CARGO, PERO…

EL LIBERTADOR del último domingo reveló la disputa que cuerpo a cuerpo sostienen Semhan y Panseri. La brecha es cada vez mayor. Hay ya un grado de intolerancia. Dos sectores del Gobierno operan en el ámbito de la ex Casa Nalda. Uno para cada uno de ellos, aunque Colombi no admite que así sea. Para Ricardo cualquiera de los cuatro, menos Semhan. Se siente traicionado y no sólo una vez. Difícilmente dé el brazo a torcer, aunque hay un sector de su propio Gobierno que intenta acercar posiciones y hasta convencer a Panseri de que acepte la continuidad de Semhan.

Lo notable es que días después de la crónica de Confucio, el ministro Panseri salió a desmentir que haya anticipado su voluntad de disputar el cargo, con lo cual dejó a este medio como partícipe de una operación de prensa que no fue tal.

Esta circunstancia motivó que EL LIBERTADOR publique el facsímil de otros portales en los que Panseri había revelado a dos radios locales su propósito de suceder a Semhan. Quedó así en claro que no era una especulación de los medios gráficos como dijo Panseri, que seguramente olvidó sus propios dichos.

Panseri había admitido que había dicho a sus pares que quiere ser Presidente y elípticamente dejó traslucir la infidencia de Semhan en tal sentido, como que la noticia tomó estado público por el Ministro Presidente.

EL PJ BALCONEA LA TURBULENCIA RADICAL

En el peronismo es más lo que se habla hacia fuera de lo que marca la realidad de adentro. El año está terminado, con un logro significativo que es la caída de la reforma. El PJ terminó cerrando filas en ni siquiera entrar a analizar punto alguno de la propuesta oficial. El sector de Ríos finalmente se avino a ello y se integró a la orgánica partidaria.

En las últimas horas, la disputa por un pliego y el accionar desordenado del Vicegobernador terminó por abroquelar al bloque del justicialismo que en los hechos viene funcionando sin contratiempos con una clara unidad de criterios y hasta en armonía con sus pares los diputados.

En este marco, no pareció un hecho de menor significación la reunión que se realizó el miércoles por la mañana en el despacho de la senadora, Carolina Martínez Llano y que congregó a los siete senadores y a los nueve diputados del justicialismo, una muestra clara que por sobre las diferencias que existen y que son lógicas priman las coincidencias como la necesidad de aunar criterios y acciones para enfrentar un desafío electoral complejo como será el 2017, con un Colombi que aunque fuera de carrera jugará a destajo para preservar el gobierno que le garantice su retorno al poder.

El jueves, el justicialismo acordó realizar su Congreso el próximo 3 de diciembre. Fue una decisión de rutina. No habrá discusión ni temas complicados. Más parece un trámite para avanzar con una interna a fijarse para marzo, la que el consenso lo podrán dar los dirigentes en acuerdos previos o los afiliados y no afiliados en elecciones internas. En ambos casos nada indica que sean situaciones traumáticas.

Hoy, nada debe descartarse. Si hay más de un postulante para un mismo cargo habrá internas y si no, se convalida la postulación de la misma forma que ocurrirá a nivel de las listas de los 71 municipios.

Lo que está claro puertas adentro del justicialismo es que no hay espacio para la irracionalidad. El peronismo tiene el desafío de saber administrar la victoria que implicó la caída de la reforma y saber administrar sus contradicciones internas si es que quiere disputarle el poder al Gobierno. Para ello es necesario entender que Colombi es un hueso duro de roer. Prueba de ello fue lo que se hizo en el Senado.

Una muestra quizás de lo que está dispuesto a hacer. Una realidad que no deja espacio para el capricho ni para el sectarismo.
En las elecciones son importantes tanto los votos que se tienen como los que faltan. Esto vale para las provinciales y quizás más aun para las intendencias, donde más de una vez se perdió por muy pocos votos varias comunas. En este marco no hay que dejar de tener en cuenta que la madre de todas las batallas se dará en Capital, donde Colombi viene con la armada imperial. Quizás hoy le interese más ganar la Capital que la propia Mercedes, rara paradoja que deja en evidencia su propia personalidad.

Lo que está claro también, Confucio lo anticipa y lo ratifica más allá de que se siga desmintiendo, Colombi no irá a competir a Mercedes. Aun así seguirá afirmándolo para motivar a Osella, a Peteco y a otros a que hagan lo propio. Tampoco será legislador nacional ni provincial.

Sí un celoso custodio de un espacio de poder que le garantice el retorno dentro de cinco años al sillón de Ferré.

Ricardo se mira en el espejo de Carlos Rovira o del propio Jorge Capitanich. Ambos siguen siendo los hombres fuertes en sus provincias aun sin tener la Gobernación.

En el caso de Rovira, pasaron once años y vendrán otros cinco con hombres de paja. El poder lo sigue detentando Rovira, que prefiere eludir el trabajoso y desgastante día a día de la gestión de gobierno.

En este contexto hoy, con Colombi más o menos convencido, la cosa se orienta hacia "Checho" Flinta como el sucesor natural que con peso propio corre con más posibilidades de quedarse con el premio mayor.

Pero la decisión no se dará hoy. Será en marzo. Cuatro meses por delante que en política es mucho tiempo. No ocurre lo mismo en el justicialismo. Más allá de la formalidad, las cartas están echadas. El 3 de diciembre se fijará fecha de internas y para antes de Navidad quedará en claro si hay más de un postulante.

Una interna demanda organización y un trabajo que parte de una convocatoria a partir de un nombre que sintetiza la oferta mayor para las elecciones. Sea por el voto o por el consenso, la unidad está garantizada. Es un clamor que viene desde abajo en el peronismo y nadie está en condiciones de aguar la fiesta.

Si la lógica se da, Camau irá por la Gobernación y Ríos por la Intendencia. En esto no hay secretos. El único vehículo que tiene Fabián para lograr su reelección está en una sólida unidad que garantice pelear de igual al poder del Gobierno provincial y nacional que jugará sus fichas por una dupla taquillera como es Tassano-Lanari, en una pelea que no será sólo política, sino que se dará en andariveles yuxtapuestos propios de las disputas por el poder en Corrientes.

Pero como en política dos más dos no son cuatro, podría darse una ecuación distinta que tampoco debería causar preocupación. Las internas movilizan al partido, motivan a las bases para la pelea de fondo y permiten que la unidad la construya el afiliado mediante su participación y su voto.

Lo que está claro es que la cuenta regresiva se dará a partir del 3 de diciembre y que, aunque las internas se hagan en marzo, la necesidad de definir posiciones obligará a blanquear las aspiraciones antes de la Navidad. Lo que está claro es que enero será un mes de campaña para cerrar listas, aunque nada hace pensar que a esta altura puedan saltar los tapones.

El peronismo pareciera haber encontrado la forma de dirimir en la diversidad y en el respeto posiciones que no son las mismas y visiones que difieren, pero que reconocen que no hay espacio para la arbitrariedad ni para el capricho.


Domingo, 20 de noviembre de 2016
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