Vie 26 de Abril de 2024
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Cada vez más cerca los gerentes no humanos

El interrogante respecto de si las tareas de los gerentes serán fácilmente automatizables forma parte del debate sobre el futuro del trabajo; qué experimentos y opiniones hay sobre el tema

Las decisiones involucran información imperfecta, se toman en tiempo real y abarcan posibilidades casi infinitas. Se transforman con contrapartes que "devuelven la pelota" de manera dinámica, y muy frecuentemente su eficiencia no se puede evaluar ni percibir en el corto plazo. Pasado un tiempo, el éxito o el fracaso dependen de la interacción y miles de pequeñas y grandes determinaciones, del contexto y de las reacciones de otros jugadores.

El primer párrafo bien podría describir un proceso decisorio de cualquier día en una empresa. Sin embargo, corresponde al último desafío que se planteó con éxito la compañía especializada en inteligencia artificial (IA) DeepMind, que días atrás logró derrotar con su programa AlphaStar a los mejores jugadores humanos del mundo en el videogame Starcraft.

Starcraft es un juego muy complejo de estrategia de guerra, que puede durar entre cinco minutos y más de una hora, en el cual los jugadores toman en promedio diez decisiones por segundo (entre ellas, dónde focalizar la atención). Los anteriores logros de victorias de IA se basaron en juegos con "información completa", como el ajedrez y el go, donde los dos oponentes cuentan con los mismos datos. Además, tanto en el go como en el ajedrez se puede ir evaluando matemáticamente quién lleva ventaja, jugada a jugada, con un altísimo nivel de precisión. En el Starcraft esto no es posible: a menudo una victoria es el resultado de la combinación de cientos de decisiones que se tomaron varias iteraciones atrás. Se calcula que el juego es más complejo que el go en 1000 órdenes de magnitud, que a su vez es más complejo que el ajedrez en 100 órdenes de magnitud.

La irrupción de AlphaStar llegó en un inicio de 2019 repleto de novedades en materia científica y tecnológica (en salud, en energía, en aplicaciones de cuántica, etcétera). El triunfo por 10 a 1 contra humanos fortaleció la hipótesis de que muchas tareas gerenciales podrán ser automatizadas más temprano que tarde. "Cuando uno ve el tipo de problemas a los que se enfrenta un jugador de StarCraft, la estructura se parece mucho a la de dificultades de la vida real en procesos industriales", comentó Azeem Ashar, emprendedor y editor de Exponential View. "Por ejemplo, varios tipos de desafíos que involucran cuestiones de planeamiento y control en el mundo real, logística, operaciones de fábricas, e, incluso, planeamiento general".

La discusión sobre si los managers serán fácilmente automatizables es desde hace años parte del debate sobre el futuro del trabajo, en el que se suele poner el foco en las tareas más físicas y con menos carga cognitiva como las "víctimas" más inminentes del avance de la robotización. La novedad es que logros como el de AlphaStar (que pertenece al conglomerado de Alphabet-Google) acercan al escenario de jefes no humanos. Y también algunas empresas lo están probando en forma muy incipiente.

Uno de los casos más resonantes es el de Zerocracy, que introdujo un chatbot diseñado para ser el jefe de los programadores. Su fundador, Yegor Bugayenko, afirmó que muchos de los errores que él y sus socios detectaron no tenían que ver con mala programación, sino con equivocaciones de la cadena de management. "Notamos que solamente entre 7% y 10% de los errores se debían a problemas técnicos. El resto eran malas decisiones de la gestión. La gente se olvida de cosas, pierde deadlines, no sincroniza bien la información, etcétera".

Bugayenko cuenta que, al principio, a sus empleados les cuesta un poco adaptarse a la dinámica de un jefe no humano, pero que la mayor parte de los programadores lo terminan valorando. "Hay un sistema que detecta con justicia quién es bueno y quién es malo, no hay que complacer a ningún a gerente ni quedar bien con nadie, solo focalizarse en la eficiencia".

¿Pasará lo mismo con la mayoría de los trabajadores? Según un reporte reciente de Oracle, la respuesta es positiva. Junto a Future Workplace, una firma de investigación, la compañía de tecnología halló que 93% de las personas confiaría en un robot como jefe en el trabajo. El porcentaje fue mayor al esperado. Una de las explicaciones es que las personas se están acostumbrando a interactuar con inteligencia artificial en su vida cotidiana (con aplicaciones del celular o dispositivos hogareños como los de Amazon, Apple y Google) y eso las vuelve más permeables a replicar la dinámica en la relación entre jefe y empleado. Es una hipótesis que fue comentada por Mark Hurd, CEO de Oracle, en una entrevista con LA NACION meses atrás: la tecnología avanza mucho más rápido en bienes de consumo que en procesos empresarios. La tasa de adopción se saltea en el primer caso toda la burocracia corporativa.

El debate se enmarca en una polémica más amplia, que inauguró en 2011 Gary Hamel con un provocativo artículo publicado en el Harvard Business Review, titulado: "Primero, despidamos a todos los managers". Hamel sostiene que el management es, de lejos, la parte menos eficiente de una organización. "Piense en las incontables horas de reuniones, el tiempo que se gasta en supervisar tareas, hacer reportes... la mayoría de los managers trabaja mucho, el problema no está en ellos, sino en el sistema, que es muy costoso y que les pone un 'impuesto' muy caro a las organizaciones". Para Hamel, cuanto más crece una firma, mayor es la proporción de esta ineficiencia y de costos que emergen de estos sistemas jerárquicos.

Los motivos son varios. Entre otros: la suma de capas gerenciales aumenta el volumen de aprobaciones necesarias y vuelve a la maquinaria más lenta; las jerarquías verticales hacen que las decisiones muy importantes tengan cada vez menos empleados con la jerarquía necesaria para discutirlas (y, por tanto, aumentan las probabilidades de error), etcétera. Además del costo de la "tiranía": managers que solo para demostrar su poder dicen a todo que "no", o no toman decisiones para evitar castigos (dado que las empresas en general no penan la "no toma" de decisiones). En definitiva, dice Hamel, los ejércitos de gerentes terminan siendo un dispositivo armado para evitar que las organizaciones colapsen e implosionen en su propia complejidad.

El artículo de Hamel inauguró toda una línea de discusión sobre la "holocracia" o empresas sin jerarquías, cuyos casos más conocidos son los de Zappos, Gore-Tex y Morning Star en los Estados Unidos, con algunos ejemplos también en la Argentina. Pero el esquema aún dista de ser masivo.

Un artículo reciente de los académicos Nicolai Foss y Peter Klein, publicado en Aeon, proclama: "No boss? No thanks" (¿Sin jefe? No, gracias). Para Foss y Klein, la "narrativa" de la empresa sin jefes es muy atractiva y generó infinidad de notas, pero está planteada sobre principios que consideran equivocados. "A pesar de todos los avances tecnológicos y demográficos, la idea básica de una empresa y su naturaleza de propiedad y responsabilidad no cambiaron", dicen.

Habrá que ver si avances como el de AlphaStar, combinados con otras tecnologías exponenciales como los contratos inteligentes basados en blockchain o los avances de la computación cuántica, siguen sacándole cuerpos (cibernéticos en este caso) a la organización gerencial humana y a qué velocidad ocurre.


Lunes, 11 de febrero de 2019
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