Mar 7 de Mayo de 2024
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Salir de la crisis

(Por Gustavo Brisco) De cara a las próximas elecciones presidenciales se generan múltiples dudas respecto a cuál será el rumbo del país en manos de quien gane las elecciones. La mayoría de los interrogantes giran en torno a temas económicos y lo sociales. Gran parte de la población quiere saber qué pasará con los subsidios, cómo van a continuar los planes sociales, si bajará la inflación, si habrá crisis o qué pasará con el dólar, entre otros.

Desde luego que la cuestión económica es central y muy influyente, tanto para establecer la calidad de vida de todos, como para fines electorales. Es sabido que, en general, la gente vota con el bolsillo. No por nada Perón decía que “la víscera más sensible del hombre es el bolsillo”. Esto los candidatos lo tienen claro y es por ello que vemos cada vez más seguido como se pasean por programas de TV con sus asesores económicos.

Sin embargo, esta importancia que se da a la economía pareciera eclipsar otros asuntos, más ligados a como regenerar cierto esquema de valores que hemos perdido a lo largo del tiempo y que tampoco ha sabido recuperarse en la última década. Pero aún, algunos rasgos se han acentuado.

Más allá del plan económico, debemos plantearnos qué tipo de país queremos para los próximos años. Esta pregunta nos obliga a pensar cuáles son nuestras prioridades y como nos dirigimos hacia ellas. Debemos poner el foco en que valoramos como sociedad y poder ver que incentivos tenemos para actuar de una forma u otra.

Necesitamos que la clase política valore aquellas cosas que hacen de nosotros un país mejor. Esto no sólo tiene que ver con que hará el próximo presidente, sino también cada nivel del ejecutivo y legislativo a nivel nacional, provincial y municipal. Dar un aire fresco y generar un nuevo norte dependerá de poner incentivos claros sobre aquellas cosas que debemos destacar como deseables para nuestra sociedad en cada ámbito donde actúe el Estado.

Si creemos que la educación es un pilar para el crecimiento y desarrollo. Entonces debemos poner el foco en mejorar seriamente la calidad educativa. Debemos reconocer que el aumento del presupuesto en educación en la última década ha sido significativo, pero la caída en la calidad educativa continua y cada vez estamos más abajo en las pruebas PISA.

Está comprobado que para mejorar la calidad educativa es fundamental comenzar por los docentes. No podemos decir que nos interesa la educación si la docencia es tan poco valorada y está tan mal remunerada. Este es un juego de doble acción, donde por un lado los maestros deben tener buenos sueldos, pero a la vez se les debe dar y exigir una formación de excelencia, con evaluaciones periódicas para mantener y acceder a los cargos.

Si creemos que es importante destacar el estudio y que los chicos vean que quien estudia es valioso y no un “traga”, un chupamedias o un “nerd”, ¿por qué no incentivar a quienes lo hacen? Se podría crear un fondo nacional, provincial o municipal donde todos los años se premie a los abanderaros y escoltas de cada curso. Demostrar que el que estudia y se esfuerza es valioso, es un ejemplo a imitar y no un “gil” dentro de la escuela. No es lo mismo decir que es importante, que darle la importancia que se merece. En una sociedad capitalista, además de lo simbólico, se debe reconocer con algún medio económico, porque es como el conjunto lo valora.

Si creemos que son más importantes el mérito y la capacidad que el acomodo, por qué no aumentar el número de cargos públicos que se deben concursar. Así garantizamos que todos aquellos que ocupan puestos clave estén realmente capacitados para hacerlo. Destacar el mérito en una sociedad no es algo menor, porque este es el que incentiva al esfuerzo. Si es lo mismo esforzarse por conseguir algo que no hacerlo, siempre se elige el camino más corto.

Como dice la letra del famoso tango, hoy “es lo mismo el que trabaja noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley”. Si queremos cambiar estas conductas, además de la inclusión social, deben haber reglas claras. No puede ser que el que delinque se pasee libremente, que tenga que ser capturado 5 veces por la policía para ser privado de su libertad recién cuando comete un homicidio, como sucedió en el caso de Maxi Aquino y tantos otros.

Si creemos que hay que recuperar la cultura del trabajo, dejemos la hipocresía de lado: el Estado debe otorgar planes a quienes realmente lo necesitan, pero al resto debe darle oportunidades de conseguir un trabajo digno. Esto se logra con reglas claras para quienes tienen que invertir y con una economía estable con inflación de menos del 10% anual. Mientras, por otra parte, se pueden ofrecer beneficios para aquellas empresas que tomen nuevos empleados y los capacitan.

Si creemos que es importante que haya emprendedores, además de mantener la economía estable y dar créditos blandos, se deben reducir las barreras burocráticas. De acuerdo al ranking de facilidad para hacer negocios que publica el Grupo del Banco Mundial tomando 189 países, nuestro país se encuentra en el puesto 124. Argentina se ubica muy por debajo de países como Chile, Uruguay y Perú, un poco más cerca pero aún por debajo de Paraguay, Brasil y Ecuador, mientras que sólo supera a Bolivia y Venezuela.

Si creemos que es importante el valor de la solidaridad por sobre el individualismo, por qué no tener una materia en toda la carrera universitaria, terciaria o en la secundaria donde se lleve adelante una práctica en trabajo social.

Podría seguir con la lista de temas desde los cuales podríamos empezar a regenerar nuestro esquema de valores como sociedad, valores que se han ido perdiendo en el tiempo. Creo honestamente que, si bien la cuestión económica es una condición necesaria, el rol del Estado en realzar aquello que está bien y desincentivar aquellas conductas que no son deseadas para el bien común es fundamental para que nuestro país pueda forjar un nuevo rumbo. Si no se premia a quien hace las cosas bien, si es lo mismo hacer el bien que el mal, robar que ser honesto, de nada servirán los planes económicos, porque la crisis que nos viene castigando hace tiempo no es económica sino de valores.

Gustavo Lorenzo Brisco (h)


Sábado, 26 de septiembre de 2015
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