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Julio Cáceres cumple 50 años con la música y los festeja en el Teatro Vera

La voz emblemática del chamamé está cumpliendo cinco décadas con la música. Y como no podía ser de otro manera lo festejará con música en el Vera, el sábado 7 de noviembre a las 21:30 hs.

El vínculo de Julio Tomás Cáceres con el arte comienza con su abuelo paterno que le recitaba poemas gauchescos, le enseñaba historia y en su casa nunca faltaba alguna musiqueada. “A mi abuelo le gustaba mucho la historia, era un gran recitador, se sabía muchos poemas gauchescos. Cuando llego a Mercedes con todas esas cosas disparadas en mí, empiezo a captar la atención de los maestros”, expresa la voz Imaguaré.

Todavía no cumplía los siete años cuando recitó por primera vez en la escuela. La primera participación personificó al Tamborcito de Tacuarí. Por supuesto que después de ese día, en todos los actos recitaba. E incluso le encargaron que lea el discurso de despedida de la primaria. También en la secundaria desplegó sus cualidades sumando a la guitarra como compañera. Fue una experiencia muy linda donde también arrancó con la serenata.

Su primer contacto con la música profesional fue con Ruperto Alegre con quien compartió un viaje en tren. Este músico tenía un acordeón de cinco líneas- algo poco usual de ver-. Al poco tiempo, “Lacho” Sena lo fue a buscar a su casa para tocar en el grupo que tenía con Ruperto Alegre.

En aquella época, además, se organizaban las peñas en Santo Tomé para ir a Cosquín. Conformaron un trío de voces, con Ricardo Tito Gómez, Carlitos Núñez y Julio Cáceres al que nominaron “Los Hijos del Paiubre”.

Lo conoce a Zini entonando un tema “… Qué triste debe ser llegar a viejo, con el alma y las manos sin gastar. Qué triste integridad la del pellejo que nunca se jugó por los demás…”. Ese tema le tocó. En la casa de su profesora de canto, vuelve a encontrarse con Julián, Carlitos Núñez y el Gringo Sheridan. Estaban por grabar un disco y ahí ensayaban. El padre Zini hacía canciones testimoniales y le costaba conseguir músicos para poder grabar. A ese equipo le faltaba un músico como Tito Gómez. Así se integraron ensayando en la casa del Paí Julián de madrugada.

No asumían la condición profesional porque el sacerdote no quería cobrar por su arte. Era como una militancia dentro de la cultura. Con la muerte de Perón los Hijos del Paiubre dejaron de cantar, puesto que la situación se tornó difícil.

Luego, al comienzo del ’77, el Gringo vuelve del servicio militar y le propone hacer un grupo. Allí nace la impronta de los de Imaguaré, música y poesía. Su lema es la búsqueda de un fundamento en el pasado, que estaba tapado. Un fundamento del que no sabíamos nada.

Cuando aparece Julián, con Los Hijos del Paiubre y con Los de Imaguaré, esto empieza a ser una militancia. Dirá Julio “No me consideré nunca un músico, no me puse a estudiar nunca música. Yo estaba atrapado en la otra cuestión. Estaba pensando en fundar la patria grande latinoamericana y en la que sigo creyendo, solo que han cambiado los tiempos y hay que buscarle nuevas forma. Pero el hecho de pensar como pensaba Bolívar o como pensaba Artigas de que la Nación latinoamericana tiene que ser una para poder SER en el mundo, sino no somos… somos objeto de las manipulaciones de los poderosos”.


El nacimiento de Imaguaré y la permanencia de la agrupación a lo largo de los años confirman que este camino iniciado por Julio, “es para toda la vida. Me casé con el chamamé y le fui fiel toda la vida”- resaltó. La historia ya tiene cinco décadas, pero el punto final no está a la vista y el sueño Imaguaré, continúa.


Miércoles, 4 de noviembre de 2015
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