Cuando no tengas yerba de ayer… 
La Yerba Mate, otro producto estrella que este Gobierno estrelló al dejar que las tierras se concentraran en pocas manos. El vasto interior de Misiones y el norte de Corrientes, muestra a los históricos colonos productores, en la línea de la supervivencia.
La yerba mate, esa que hace posible una “bebida” que hermana al argentino de todos los niveles y que figura en la canasta básica de alimentos del INDEC, muestra un “paquete” completo de problemáticas en el Litoral.
Diario Hoy continúa explicando por qué todas las economías regionales están en estado terminal, como la yerbatera que en un 85% se destina al mercado interno, y el 15% a una exportación hoy en baja por los conflictos bélicos de Siria -principal comprador-. No pegamos, una. O todas nos pegan directo.
En este caso, Misiones y el norte de Corrientes, las dos provincias con suelos rojos profundos que otorgan las condiciones agroecológicas como ningún otro lugar del mundo, generan vergüenza ajena: la mitad de los peones rurales en negro y en algunos casos en situación de esclavitud.
Pocas empresas que se quedaron con el 50% del negocio, en plantaciones superiores a las 300 hectáreas, de alto rendimiento, que arrasaron con montes, mataron con venenos poderosos y se generaron un negocio muy rentable, dejando muy atrás a los colonos minifundistas que no tienen (o tenían) más que 10 y menos de 50 hectáreas desde la época de la presidencia de Marcelo T. de Alvear. Para no desaparecer, se agruparon en pequeñas cooperativas y hoy han logrado comercializar su yerba mate aparte. Otros que no bancaron la crisis vendieron sus chacras, y otros tantos se dedicaron a las frutas y hortalizas.
“En la desregulación, los grandes empresarios no tuvieron obligación de declarar lo que iban a plantar, triplicaron su plantación, quedando los pequeños productores con sus 2500 plantas por ha y con tierras degradadas”, explicaron a Hoy desde una finca de Colonia Guaraní. En otras palabras, el desalojo de los pools de siembra transformó el paisaje de los años ’70 cuando cada productor cosechaba 20 kilos por día a éste acelerado período de los 2000 en que se cosechan hasta 10.000 kilos en un solo día y a razón de un obrero a bordo por máquina.
Quienes no emigraron al Conurbano expulsados por este sistema, empezaron su independencia con las marcas alternativas . Son los que al principio vendían sin estampilla, al costado de las rutas. Una yerba de precios más baratos que “llegó a valer $20 menos”. Y sin ayuda oficial, claro. Los lazos se extendieron entre las familias del campo al GBA y Capital. Miguel Rodríguez, misionero radicado en Almagro, fue uno de los héroes que pudo acomodarse mientras además soportaba la enfermedad renal de un hijo. “Estamos remándola solitos con nuestros productores y nuestros consumidores. Muchísimas familias de mi provincia nos unimos en pequeñas cooperativas con el fuerte de la yerba mate. Sólo nos quedamos con un porcentaje mínimo del productor, sosteniendo un proyecto de pura economía social”, le dijo a Hoy.
Fracaso y tractorazo
El fracaso está en los números. La cantidad de productores llegaba a 15.000, pero sólo están en actividad 8.000 de acuerdo a las zafras 2013, 2014 y 2015. La virulenta jugada del poder llevó a que algunos busquen en la Stevia (yerba dulce) un negocio que en poco tiempo se derrumbó. Quienes todavía sienten en la nuca tantos contratiempos, son dos figuras de la producción primaria: el tarefero (que cosecha a mano; el 50% en la marginalidad laboral) y los del secado.
Una bronca que crece por ser la Argentina la más importante del mundo en esta infusión, con 160.000 Hectáreas de superficie, seguida por Brasil 85.000 Ha. y Paraguay 35.000 Ha. Era lógico que una ley nacional pusiera más orden. En 2002, a fuerza de tractorazos que rodearon la Casa de Gobierno de Posadas, fue creada la 25.564, de la cual emergió el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INMY), un ente público no estatal. Pero a doce años de su creación las cosas no se enderezaron. “Existe una asociación ilícita entre el poder político y el poder económico, con mirada cómplice del poder judicial. El poder económico deprime los precios de los productores, se queda con esa materia prima regalada, y luego se queda con la tierra, que es el objetivo del capitalismo”, afirmó a Hoy el ingeniero agrónomo Hugo Sand, titular de la Asociación Productores Agropecuarios de Misiones. “Los grandes industriales están plantando mucha y va a haber una superproducción y los precios van a caer –siguió Sand-. Hay que pensar en cupos de cosecha como ordena la ley, porque dentro de poco tiempo se verán las consecuencias de una mayor pobreza en los pequeños productores”.
A pesar de todo el viento a favor de la historia y de la naturaleza, el Estado no aprovechó el mate para un diálogo honesto, sino que se aprovechó de ellos junto a sus aliados económicos, en un país donde cada vez es más cierto el estribillo gardeliano de Yira, Yira.
Con miedo laboral
El pasado 1º de mayo se firmó un convenio de corresponsabilidad gremial que en el Instituto Nacional de la Yerba Mate (IINYM) catalogaron como “un hito”, firmado entre las asociaciones de productores y secaderos, y el gremio de los trabajadores rurales que conforma uno de los doce directorios del INYM. Hoy habló con Sandro Sosa, de la UATRE (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores) de Misiones, acerca de cómo se fue aplicando la normativa en los primeros meses. “Ahora el productor no se va a arriesgar a que le entre una inspección y no tener la gente declarada si le están haciendo descuento por la seguridad social, pero por las ayudas sociales hay muchos que con miedo dicen ‘yo te trabajo en la cosecha pero no me vayas a registrar porque pierdo los beneficios’”. Según se supo faltaron cosecheros en varias regiones, lo mismo que en el período actual de las interzafras. “Queremos que cuando terminen las cosechas automáticamente sigan cobrando la asignación”, cerró Sosa. (Hoy)Domingo, 22 de noviembre de 2015
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