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Lo que Peña no explicó

El cerebro de la Casa Rosada expuso en Facebook los ejes de la estrategia de comunicación del Gobierno, pero olvidó datos importantes. En esta nota, algunos apuntes para completar su tarea.

El jefe de Gabinete, Marcos Peña, se hizo cargo de una faena curiosa –o, al menos, novedosa-: explicitar y explicar la estrategia de comunicación del gobierno del presidente Mauricio Macri.

Lo hizo a través de un artículo posteado este domingo en su cuenta de la red social Facebook, en el que abunda en proclamas republicanistas que ningún demócrata que se precie se atrevería a cuestionar.

El problema de esta pieza de propaganda es que está incompleta. Le falta el cómo: cómo la administración PRO les otorga centralidad a los “medios independientes” y cómo hizo para desmontar el aparato mediático paraestatal que había construido el kirchnerismo.

Y, en definitiva, cómo los métodos aplicados para llevar a la práctica los postulados fundamentales del plan diseñado y exhibido por Peña impactan (negativamente) en la pluralidad que el funcionario señala como objetivo prioritario.

EL DESMONTE

“Creemos en una lógica comunicacional distinta al gobierno anterior. Dijimos durante muchos años que el abuso de la publicidad oficial, las cadenas nacionales, los medios paraestatales, la agresión a periodistas y medios de comunicación no eran compatibles con un estado democrático, pluralista y defensor de la libertad de expresión. Por eso en estos cuatro meses desarmamos todo ese aparato y terminamos con la guerra con el periodismo.”

Algunas consideraciones necesarias sobre este párrafo clave del Manifiesto Peña:

El jefe de Gabinete se refiere, concretamente, a los medios creados o alimentados con frondosa pauta oficial en los años del kirchnerismo. Concretamente, los diarios, las radios, los portales de noticias y los canales de televisión de los grupos Indalo (de Cristóbal López), 23 (de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel), Crónica (de los hermanos Olmos) y Diario Popular/Noticias Argentinas (de Jorge Fascetto), entre otros.

El 28 de marzo pasado, Letra P contó cómo el secretario de Comunicación Publica de la Nación, Jorge Grecco, echó a los gritos a algunos de esos empresarios, que habían sido convocados a su despacho de Balcarce 50 como miembros de la Asociación Federal de Editores de la República Argentina.

La pelea fue en diciembre y constituyó el anticipo de un plan de ajuste para esas empresas mediante el achicamiento drástico de la pauta oficial y de la utilización de los enormes saldos a favor del Estado por canjes de deudas impositivas a cambio de publicidad.

Para que se entienda: el Gobierno desmontó el aparato mediático paraestatal K asfixiando a esos medios, a los que empujó a situaciones límite a las que reaccionaron de forma dispar. Szpolski tomó el camino más fácil: liquidó todo.

En el camino, por ejemplo, le vendió CN23 a Cristóbal López, que echó a más de un centenar de empleados. Y el caso más emblemático de esta debacle fue el diario Tiempo Argentino, que fue salvado por sus trabajadores y este domingo volvió a imprimirse bajo la conducción de una cooperativa.

Resultados del operativo desmonte:

Centenares de trabajadores de prensa en la calle o en situaciones de incertidumbre y precariedad laboral.

Sofocamiento de los únicos medios críticos del Gobierno.
Autor del plan: Marcos Peña, el mismo que este domingo, en su posteo incompleto de Facebook, proclamó el “estado democrático, pluralista y defensor de la libertad de expresión”.

UN CLUB EXCLUSIVO

“Creemos que son centrales los medios de comunicación independientes para el buen funcionamiento de una democracia.”

Algunas consideraciones sobre esta frase, también medular en el Manifiesto Peña.

Como contracara del ahogamiento del conglomerado construido por el kirchnerismo para oponer voces amigables a la crítica de los “medios hegemónicos concentrados”, el macrismo salió rápidamente al rescate de los “medios independientes”, que son un pequeño puñado de grandes corporaciones.

Desguazó la Ley de Medios para terminar con el “hostigamiento” al Grupo Clarín. El desmembramiento del holding que establecía la norma del kirchnerismo fue rápidamente archivado.

Hizo prescribir las críticas históricas que el PRO había descargado sobre el régimen de canje de deudas impositivas por espacios de publicidad y el 15 de febrero lo prorrogó hasta el 31 de marzo, pero no para todos: los que se habían acogido al sistema establecido por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner no podían hacerlo en esta nueva etapa.

Cinco días después de la firma del decreto por parte de Macri, Peña y el titular de la AFIP, Alberto Abad, el diario La Nación, que quedaba en condiciones de licuar una deuda con el fisco de 400 millones de pesos, publicaba su investigación sobre los desmanejos de Cristóbal López. O sea: periodismo independiente puro.

Con las reformas (por decreto) a las leyes de Servicios de Comunicación Audiovisual y de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), le allanó el camino al Grupo Clarín para quedarse el 100% de las acciones de Nextel, operación que concretó a fines del mes de enero.

El Gobierno les entregó a Clarín y a Telefe, y después de un pataleo también a América, de los mendocinos Daniel Vila y José Luis Manzano, la transmisión de los partidos más importantes de cada fecha del Torneo de Primera División.

El Estado aporta recursos para la logística de esas producciones y paga buena parte de los sueldos de los periodistas y técnicos que trabajan en ellas, y las empresas se quedan con todo lo que recaudan por publicidad.

La versión oficial señala que, para entrar, pagaron un canon de 180 millones de pesos, y se estima que facturarán el doble. Eso sí: ahora podrían perder esos privilegios en manos del magnate estadounidense Ted Turner, que llega con recomendación de la Casa Blanca para quedarse con el fútbol criollo, aunque es muy probable que nunca haya visto ni diez minutos de ese deporte tan ajeno al gusto norteamericano.

Mientras tanto, centenares de medios se arreglan con las sobras o, en muchos casos, boquean asfixiados por la indiferencia oficial. Porque el gobierno de Marcos Peña, el mismo que se presenta encomendado a la misión patriótica de reconstruir “un estado democrático, pluralista y defensor de la libertad de expresión” – el mismo, también, que borró toda la producción del portal estatal Infojus antes de sepultarlo en el olvido-, se ha encerrado en un club de amigos que han tenido la virtud –una vez más- de interpretar cuál es la independencia que deben ejercer en esta hora de la historia nacional.

La pluralidad, por ahora, “te la debo”, diría el Presidente. (Letra P)


Martes, 26 de abril de 2016
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