Dom 28 de Abril de 2024
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Pescadores artesanales

Pese a ser muchas veces calificada como una actividad económica precaria e informal, la pesca artesanal en el NEA constituye, según especialistas, un caso de llamativo de “comunidad de oficio” que subiste en el tiempo. Es un trabajo altamente especializado considerado rentable por quienes lo practican.

La pesca con mallones que se practica en las riberas del Río Paraná, aledañas a las capitales chaqueña y correntina, constituye para investigadores de la UNNE uno de los pocos casos de “comunidades de oficio”, generadoras de muchos puestos de trabajo y con bajísima inversión inicial.

Así lo entienden la magíster Nidia Piñeyro y la becaria de investigación, Agostina Serial, investigadoras de la Facultad de Humanidades de la UNNE, e integrantes del “Espacio Interdisciplinario de Investigación sobre Conflicto y Territorio (EIICyT)” que reúne a investigadores de distintas unidades académicas de la Universidad Nacional del Nordeste.

Piñeyro y Serial desarrollan un proyecto de estudio de las comunidades de pescadores de la ribera del río Paraná, para conocer sus hábitos, costumbres, lazos personales, actividades económicas, situación jurídica, entre otros aspectos.

“La pesquería que estudiamos es una actividad productiva de pequeña escala que se practica en un contexto de globalización que incentiva a capitales concentrados y desalienta el desarrollo de economías informales, de bajo rendimiento y escala mínima como son las de tipo familiar” explicó la profesora Piñeyro.
Agregó que “viven del oficio, pero para ellos la pesca no es sólo una actividad económica sino una forma de vivir.

Señaló que en muchos países, en Argentina, y en particular en la región NEA, como respuesta y contrapartida al fenómeno de la desocupación se produce una división dentro del mercado de trabajo, que algunos especialistas en estudios del trabajo denominan “heterogeneidad estructural.

Así, se registra un mercado “dual” y segmentado, con un sector formal con empleados con salarios, calificaciones y mejores condiciones de trabajo y, un sector informal donde se ubican aquellos que no pudieron acceder al anterior y corresponde a los individuos con peores remuneraciones, menor grado de calificación y pocos o ningún tipo de beneficios laborales.

Además se asiste a la terciarización del empleo, hecho relacionado directamente con el aumento del sector informal, el cuentapropismo, el sobreempleo en el sector público y el empleo doméstico, que sirven como mecanismos de ajuste y se convierten en “refugios” para opacar el impacto de la crisis económica.

“Pero la pesca comercial en términos estrictos no es un caso de desempleo, no es producto de la exclusión económica y laboral” remarcan las investigadoras y acotan que la pesca comercial, si bien no es un empleo, sí es una fuente genuina de trabajo.

En contextos como el actual, donde abundan los desempleados y se restringen programas de asistencia, se considera necesario revisar las políticas de estado en relación con estas actividades productivas.

El aumento de pescadores en la región NEA no es producto de la creciente necesidad de hogares pobres de enviar nuevos miembros a buscar ingresos para compensar el deterioro de la economía familiar.

Al respecto, las autoras del estudio sostienen que la pesca es un oficio altamente especializado considerado rentable para quienes lo practican y ello explica la incorporación constante de miembros jóvenes al sector.

Explican que las transformaciones a nivel planetario tuvieron una incidencia sobre las economías regionales y actualmente también en nuestro país se traducen en claros indicadores dentro del mercado laboral.

Agregan que desde la visión de la mayoría de los analistas del empleo se sostiene que en Argentina la influencia del cambio tecnológico sumado a los efectos del modelo socio -económico implantado a comienzos de la década del ‘90 produjeron tendencias hacia un mayor y sostenido grado de heterogeneización de la fuerza de trabajo y de la estructura de ingreso de la mayoría de los habitantes.

Pero, si se realiza una breve revisión histórica de la ocupación del cordón ribereño del Paraná en los últimos 50 años, se puede concluir que dicha ocupación ocurre simultáneamente al período en que el proyecto algodonero entra en decadencia y el campo se vuelve expulsor de mano de obra.

Los primeros asentamientos de pescadores artesanales y ladrilleros u oleros en la periferia de la capital provincial de Corrientes y a lo largo de la ribera chaqueña del Paraná, desde la localidad de Puerto Bermejo hasta el límite con Santa Fe “datan de mucho antes de la crisis de la década del ‘90”.

“En la pesquería el trabajo es informal siempre. Esto no significa que cualquiera puede pescar. Como ya lo dijimos es un trabajo altamente especializado pero que no requiere acreditación formal de ningún sistema de educación sistemático que le otorgue certificaciones” sostiene Piñeyro.

Así, el oficio de pescador se transmite en el seno de un grupo doméstico, concepto que excede el de familia y se relaciona más bien con los miembros que comparten el techo y la actividad.

PESCA Y AGRICULTURA FAMILIAR. En el marco de la investigación se hizo una comparación con otras actividades enmarcadas en la economía familiar, como la agricultura familiar. “El río no es heredable como la tierra, lo que se hereda es el oficio”.

Mientras que en la agricultura familiar se da una estructura patriarcal, de una familia encabezada por el padre, en la pesca comercial se impone la estructura de comunidad, con grupos que viven en una misma casa y están integrados por padres, hijos, sobrinos, otros parientes, conocidos. “La pesca es lo que une, no los lazos sanguíneos”.

En la agricultura familiar el padre de familia es quien lidera las tareas y trae los ingresos, en la pesca el hombre y padre de familia no es dueño y patrón, cada uno tiene su rol, como las mujeres encargadas de la comercialización del producto y otras tareas reconocidas como importantes por el grupo.

INGRESOS. En el estudio se postula que la relación directa entre remuneración y grado de calificación es inadecuado para describir las complejas prácticas de filiación al mundo del trabajo que se dan en el seno de estas comunidades de oficio. No hay beneficios laborales propiamente dichos pero hay una red de vínculos parentales y comunitarios que operan como sostén en las épocas de carestía y sirven de mediadoras en situaciones conflictivas.

Las comunidades que desarrollan este oficio de la pesca son particulares en muchos sentidos. Elaboran sus instrumentos de trabajo, el conocimiento y las prácticas especializados son parte de su cultura; las propiedades de los ecosistemas en los que viven y las especies que extraen son factores que intervienen en su organización social y económica. La existencia de lazos de reciprocidad es lo que permite solucionar algunas necesidades para la subsistencia y asegurar la reproducción de la actividad pesquera.

MIRADA NEGATIVA. Pero a pesar de su fortaleza como “comunidad de oficio”, los pescadores artesanales o comerciales de la región soportan la desvalorización de su trabajo y la consideración de sus hábitats como “desiertos” o áreas subexplotadas por otros grupos económicos con intereses en la zona donde pescan.

En los últimos años se ha instalado en la opinión pública sobre los pescadores la necesidad de su reconversión a otros oficios.

Según resaltan las investigadoras de la UNNE, de la lectura de convenios, leyes y sentencias judiciales emanadas desde el Estado se infiere que el mismo Estado a través de sus distintos estamentos “fortalece la reificación de una identidad negativa” hacia quienes realizan la pesca comercial en el Río Paraná.

Recuerdan que la última década se registró en el cordón ribereño del Paraná la emergencia de casinos-hoteles, guarderías de lanchas, playas privadas, barrios cerrados y cabañas, a la par que la comunicación entre las capitales de Corrientes y Chaco crece en infraestructura y la red urbana avanza sobre los espacios aledaños al río en ambas márgenes, anteriormente consideradas periféricas. “Pese a ello los pescadores siguen estando”.

Para las investigadoras, bajo esta mirada de la sociedad y el Estado hacia la pesca como una actividad precaria, el abandono de su actual oficio transformaría a los pescadores en empleados de segunda categoría cuando en la actualidad son fuente genuina de trabajo.

Concluyen así que la producción pesquera artesanal o comercial en el Río Paraná comparte con otras actividades algunos rasgos que la mantienen en un espacio que resiste la homogeneización total y la lógica de la maximización económica.

La investigación posibilitó estudiar la identidad de un grupo social que produce en los “bordes del sistema hegemónico” y que hasta la fecha no han logrado visibilidad, salvo en situaciones de conflicto.


Viernes, 13 de mayo de 2016
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