Sab 18 de Mayo de 2024
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Ricardo quema las naves

El Gobernador es consciente de que está ante un cambio de ciclo y apuesta a dar él mismo la batalla final. No cree que ninguno de sus delfines esté en condiciones de preservar el Gobierno. Además no confía en la fidelidad de sus potenciales sucesores. Mañana pasará lista a la tropa de ECO y definirá el tiempo en que el proyecto de reforma entre a la Legislatura.

Lo haría por la Cámara de Diputados, donde no tendría mayores inconvenientes. La posibilidad de consenso con el justicialismo parece difícil. Orgánicamente prima el rechazo. La apuesta a acordar con un sector del PJ se ha enfriado porque priman las desconfianzas y hay un fuerte cuestionamiento a las formas usadas por el Gobierno, que viene logrando un efecto contrario al buscado. Desde el bloque de Diputados del PJ se ha pedido a las autoridades partidarias la convocatoria a un Congreso del peronismo para debatir sobre "el sí o el no a la reforma". Se haría el sábado 2 de julio o -quizás- una semana antes.

El tema hace ruido en las estructuras del justicialismo con el telón de fondo de la pelea por la sucesión de Colombi en 2017. Con este escenario, las expectativas favorecen al peronismo, más allá de que las condiciones objetivas le son adversas. El interrogante es el juego que hará la Casa Rosada obligada a no aparecer derrotada ante el PJ y el massismo, en una elección clave como termómetro de la aprobación a la gestión macrista.

MALA PRAXIS

El Gobernador se juega por la posibilidad de lograr la reforma y la re-re que lo habilite para competir por un nuevo período de seis años. Tiene en claro que él y sólo él está en condiciones de ganar en la que será la elección más difícil de los cinco últimos turnos electorales.

En juego estará la continuidad del radicalismo en el Gobierno de Corrientes. Para colmo existe, desde el poder nacional, señales cuanto menos confusas sin un compromiso explícito. No son pocos los que creen que Macri, como en la elección de hoy en Río Cuarto, jugará a dos puntas en el marco de un equilibrio que la realidad política le impone. En este marco de complejidad extrema, Colombi buscará mañana afianzar su punto de apoyo que es la alianza gobernante. La UCR ya la tiene encolumnada después de algunos coscorrones a los que lo vieron muerto antes de tiempo. En este marco, y según los dichos del propio Vignolo, el paso siguiente será la búsqueda del consenso con la oposición, léase el justicialismo.

La lectura que por estas horas se hace es que Colombi viene perdiendo margen de acción en el partido de Perón. Apostó a los intendentes, luego a un sector del PJ que le aportara los votos que le faltan, pero con algo de torpeza podría decirse que quizás se haya pasado de rosca en las formas, algo que en política no debe descuidarse, como el manejo de los tiempos. No debería extrañar que un error de cálculo en el Gobierno produzca un efecto contrario al buscado, propendiendo a unir al justicialismo como respuesta a la ofensiva del Gobierno. Aquello de que "porque te quiero te aporreo" tiene su contracara con lo de "los une el espanto más que el amor". Un final abierto en el que se juega el destino de la Provincia por los próximos cuatro años, o seis.

ESCENARIO PROVINCIAL

La hora regresiva ha comenzado. Los tiempos son los tiempos y no dan tregua. Hay que tomar decisiones, muchas veces difíciles, pero ello hace al rol y a la responsabilidad del dirigente. Muchas veces, obviando lo que las encuestas muestran, lo cual tampoco parece del todo ilógico en la medida en que las mismas representan una foto a un momento determinado y ésta es, antes que nada, una carrera de resistencia y también de obstáculos.

Lo sabe Colombi y parece dispuesto a redoblar la apuesta, convencido de que él, solo él, puede conservar para el radicalismo el Gobierno de Corrientes, luego de completar los 18 años que sobrevinieron a la gesta del ‘99.

Si lo logra o no dependerá de las circunstancias y de la muñeca que muestre. Hasta ahora podría decirse que no viene bien. Hay mucho voluntarismo, algo de amor propio, pero pocos avances en lo que pueda ser visto como una posibilidad de superar el escollo de la Legislatura para lograr se declare la necesidad de la reforma.

Sus formas de relacionamiento no parecen las mejores y, a la hora de la verdad, se necesita acompañamiento. "El que se quemó con leche ve la vaca y llora", dice el refrán que resulta de aplicación a los que alguna vez tejieron acuerdos con Colombi.

En este contexto, Fabián Ríos fue claro cuando negó en los últimos días la reedición del Frente de Todos. "No hay ninguna posibilidad", remarcó. "Hay diferencias ideológicas que impiden cualquier entendimiento", puntualizó quien para muchos radicales era visto como la tabla de salvación de un Gobierno que evidencia cansancio, y poco resto para mostrarse como una propuesta aggiornada, acorde a lo que los correntinos demandan para la nueva instancia electoral.

No extraña, en este contexto, que el tradicional gurú de la UCR local, Enrique Zuleta Puceiro no haya dudado en hundirle el corcho a toda expectativa. Descalificó sin rodeos la posibilidad de la reelección.

Aun así, Colombi se mantiene en sus trece. Es un hombre de pelea, con una larga experiencia que tiene algo fundamental que debe tener un Príncipe, la suerte.

Decir que está perdido sería subestimar la enorme capacidad demostrada en estos años. De hecho, ha logrado ser la figura política con más permanencia en el Sillón de Ferré y esa sola circunstancia lo convierte en un adversario temible al que subestimarlo sería un acto de irresponsabilidad.

Que la Iglesia Católica pueda estar en contra y que el Gobierno nacional no vea con buenos ojos su perpetuación en el poder son datos de la realidad. Pero Ricardo es Ricardo y no lo van a cambiar, aunque vengan degollando. Muchas veces desensilla, pero sólo hasta que aclare y luego vuelve a la carga. Apuesta a sus propias fuerzas y sabe cómo encolumnar a su tropa, más allá de algunas travesuras a muchas de las cuales hace la vista gorda, aunque las anota.

Ahora está en el tiempo de las decisiones. El que sepa manejar los tiempos y las formas será el que gane. Ya no será sólo cuestión de fuerza, de perseverancia o de prepotencia en el trabajo militante. Habrá que tejer fino, manejar la estrategia y el calendario electoral con decisiones que deben darse en el momento justo. Ni antes, ni después. Debe primar la inteligencia y la sangre fría en un momento en el que no hay margen para el error.

Quizás algo que está claro. Es que su "task force" no lo acompaña. O lo hace a reglamento, sin poner mucho empeño. Todos especulan en que si no hay plan A se pondrá en marcha el plan B, y ahí comienzan las especulaciones por los posicionamientos. Una cosa es Ricardo en carrera y otra correrla con un muleto. Una cosa es Ricardo en el Gobierno y otra cosa es otro radical o la hipótesis no descartable de un no radical.

En momentos en los que se juega la suerte de Esparta hay que estar de un lado o de otro. Por estas horas hay que tomar decisiones. El Generalato debe estar a pleno en la cocina porque tales decisiones deben ser ejecutadas en tiempo y forma para obtener los resultados buscados.

Por estas horas no es un dato menor que dos senadores que -como dirigentes- trascienden el rol de importantes parlamentarios que son estén ausentes. Justo ahora. Sergio Flinta, desde hace varios días en África. Noel Breard, camino a la nieve. Mientras, el General Invierno espera a Colombi en el que será el año más frío de las últimas décadas.

¿Tendrá alguna lectura la ausencia de dos pesos pesados del radicalismo? De hecho, en política, todas las acciones u omisiones, presencias o ausencias obligan a una lectura política.

Ricardo sabe que es mucho lo que se juega y aspira a que todos los que han llegado por él y con el sean solidarios en lo que es la empresa más difícil de su vida política que es la de superar la adversidad que le muestra la foto de este momento.

Aun así, el radicalismo y ECO dependen de la impronta de Colombi. Ha logrado un liderazgo tan fuerte que no deja espacio para segundas líneas, aunque como contrapartida recaen sobre él los aciertos y los errores.

En esto cabe aquello de que el triunfo tiene varios padres, así como la derrota reconoce un único culpable.

Mañana será un día clave en la vida de Encuentro por Corrientes. No se dice, pero la gran decisión será comunicar los tiempos y las formas de lo que será la búsqueda de la reelección.

Luego de meses de idas y vueltas, de negaciones y afirmaciones a medias, a esta altura está claro que hay que refichar. El desafío es lograr la aprobación de la ley declarativa de la reforma. Luego habrá dos instancias no menos difíciles. La primera es un buen resultado en la Constituyente, luego un triunfo en las elecciones generales de 2017. No es poca cosa -sobre todo- cuando el viento ha cambiado.

¿Y EL PERONISMO?

Con un Gobierno provincial que es el adversario a vencer y con un Gobierno nacional que -por primera vez- en más de dos décadas no es peronista, podría decirse que las condiciones objetivas no son buenas.

Sin embargo, la lectura no es lineal. El voto es esencialmente emocional. Hay ciclos que se cumplen y liderazgos.

El 2017 encuentra en este marco al justicialismo bien plantado. Cierto es que en los últimos 43 años sus contradicciones internas le han jugado una mala pasada.

Los que en el ´90, hace 26 años, terminaron con la larga hegemonía que supo tener Julio Romero al frente del Partido Justicialista no lograron administrar -con inteligencia- esa victoria.

Hoy parece momento de ver lo que se ha hecho y falta por hacer. Dependerá de la clarividencia de la dirigencia peronista que sepa separar lo urgente de lo necesario y sepa encontrar la forma de conjugar un proyecto de construcción colectiva que esté por sobre los personalismos y hasta los candidatos.

La instancia del Congreso Justicialista a convocarse es un puntapié inicial para encolumnar a la tropa y darle motivación para lo que será la gran lucha por el poder en 2017.

Ya no será entonces una batalla electoral. Será una disputa de poder que se dará no sólo en el terreno de la política, sino, de manera yuxtapuesta, en otros andariveles que marcan la complejidad acorde con los tiempos que estamos viviendo en el que las realidades se construyen y los escenarios políticos se amoldan, valiendo aquello de que las cosas no son como son, sino como parece que son. (Confucio)


Lunes, 13 de junio de 2016
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